En el segundo día de su visita a la ciudad de Nueva York, el papa Francisco fue al Museo Nacional y Monumento del 9/11 para rendir tributo y orar por las 3 mil víctimas de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Desde las inmediaciones del lado oeste del monumento y en medio de un amplio operativo de seguridad, el Santo Padre llegó acompañado por el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York. Llegaron a pie hasta la entrada del museo donde lo esperaban Bill de Blasio, alcalde de la ciudad de Nueva York, Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, y Michael Bloomberg, ex alcalde de la ciudad.
Posteriormente el papa Francisco y el cardenal Timothy Dolan se acercaron a un cirio ubicado a la orilla de la piscina que hay donde estuvo la torre sur del World Trade Center. Allí el Papa oró a solas en un ambiente tan silencioso que hasta se podía oír la obturación de los lentes de las cámaras fotográficas de los periodistas.
Durante este acto solemne el Papa, visiblemente conmovido, y el Arzobispo dejaron una rosa blanca sobre uno de los paneles donde están escritos los nombres de las víctimas. Posteriormente, y antes de ingresar al museo para el encuentro interreligioso, el Pontífice salió al encuentro de algunos sobrevivientes y familiares de víctimas, entre los que se cuentan bomberos, policías y trabajadores de la autoridad de transporte, así como integrantes de cuerpos de rescate que acudieron para cumplir heroicamente con su deber aquel trágico día.
Tom Rogér y su esposa Eileen son los padres de Jean D. Rogér, auxiliar de vuelo de 24 años y parte de la tripulación del vuelo 11 de American Airlines que partió de Boston con destino a Los Ángeles y que tras el secuestro de la aeronave, impactó en la torre norte del Word Trade Center. Antes de su encuentro con el máximo jerarca de la Iglesia Católica, Tom habla con la prensa y reconoce que aunque no es católico, se encuentra sumamente conmovido y agradece este tributo que hace el papa Francisco a todos aquellos que perdieron allí a un ser querido.
Anthoula Katsimatides perdió a su hermano John, de 31 años, en los ataques. John se encontraba en el piso 104 de la torre norte. “Que él venga aquí y específicamente pida encontrarse con familiares de víctimas simplemente dice mucho de la clase de persona que es”, dijo Anthoula, quien afirma que conocer al Santo Padre es una experiencia agridulce para ella debido al dolor de su perdida que ya cumple 14 años.
Tom, Eileen y Anthoula son algunos de los familiares de seis víctimas a quienes el Santo Padre bendijo y consoló con sus palabras y a quienes entregó un rosario que él mismo había bendecido previamente.
Quienes fallecieron esa mañana del 11 de septiembre eran padres, hermanos, tíos, hijos. Sus rostros han sido mundialmente conocidos, pues quienes los extrañan en casa llevan ese dolor consigo donde quiera que van.
Fotos: Marietha Góngora
