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Falsos sacerdotes: un engaño y un peligro

El mes pasado publicamos aquí una Advertencia de la Cancillería sobre un hombre que se hace llamar “padre Jesús Barajas”. Este individuo, que reside en Jackson Heights, se presenta como sacerdote católico y dice ser colombiano. Se sabe que ha celebrado misas en funerales y otros servicios religiosos.

Según informó la Cancillería, en realidad esta persona nunca tomó los votos finales y no existe constancia de que haya sido ordenado como sacerdote. Este individuo no está autorizado a ejercer ninguna función propia de un sacerdote en la Diócesis de Brooklyn, que comprende los distritos de Brooklyn y Queens.

La Cancillería de nuestra diócesis tiene noticia de que existen acusaciones contra este individuo, tanto aquí como en el extranjero, por relaciones impropias con menores. En este momento la Cancillería continúa la investigación para impedir que este individuo continúe engañando a la comunidad y poniendo en riesgo a los menores a los que podría tener acceso haciéndose pasar por sacerdote.

Nuestra comunidad católica, y en particular nuestra comunidad hispana, siente cariño y respecto por nuestros sacerdotes. Cuando alguien se presenta como sacerdote católico, la respuesta natural es dar la bienvenida, apoyar y ayudar a esa persona. Nuestro instinto de inmigrantes nos impulsa a ayudar al recién llegado, porque nosotros también tuvimos manos amigas que nos dieron ayuda al llegar.

Sin embargo, debemos saber que hay individuos que se aprovechan de esa buena fe para engañar a la comunidad, robar dinero mediante fraude y abusar sexualmente de niños a los que puedan tener acceso.

¿Cómo podemos evitar que estas cosas sucedan?

No es raro que sacerdotes de nuestros países latinoamericanos visiten la diócesis y celebren misa en ella. Sin embargo, debemos saber que existen normas para ello.

Cualquier sacerdote que visite la diócesis, para residir temporalmente en la rectoría de una parroquia o para celebrar la misa u otros servicios religiosos debe tener autorización escrita de la Cancillería.

Y para recibir dicha autorización de la Cancillería de Brooklyn el sacerdote en cuestión debe presentar una carta de la cancillería de su diócesis donde se indique que no tiene impedimento alguno para ejercer su ministerio como sacerdote.

Además, ningún sacerdote visitante puede celebrar una misa u otro servicio religioso en una casa u otro sitio fuera del templo sin autorización expresa del párroco del lugar. Esto es especialmente común en nuestra comunidad hispana, pues muchos sacerdotes de América Latina visitan Nueva York y se ponen en contacto con sus paisanos o incluso sus antiguos parroquianos.

Es necesario en esos casos comprobar que la persona está autorizada para ejercer sus funciones como sacerdote en nuestra diócesis y que tiene permiso para realizar cada servicio específico. Por ejemplo, si un sacerdote va a celebrar una misa en su casa, su párroco debe saberlo y dar autorización para ello.

Otro problema que se repite es el de personas que se presentan como sacerdotes y les piden dinero a los católicos de nuestra diócesis para supuestas obras de evangelización o beneficencia en sus países de orígenes. Antes de dar su dinero a nadie, por favor, compruebe que la persona es quien dice ser y que está diciendo la verdad.

Y es necesario volver a recalcar, por último, que a veces las personas que se presentan o ejercen como sacerdotes sin estar autorizados para ello pueden poner en peligro a nuestros niños. El exceso de confianza puede dar acceso a menores a individuos que son depredadores sexuales.

Durante la década pasada escuchamos acusaciones terribles contra algunos miembros del clero. Es un problema cuyas consecuencias durarán mucho tiempo. Nuestra comunidad aprecia y respeta a nuestros sacerdotes, a tantos que trabajan por el Reino de Dios y por su pueblo. Debemos ser cuidadosos para evitar que personas inescrupulosas puedan hacerse pasar por sacerdotes y manchar la reputación de tantos buenos sacerdotes que tenemos. Cuidemos a nuestros niños, a nuestras familias y nuestra Iglesia: comprobemos que cada persona que se presenta como sacerdote realmente lo es.