PANAMÁ—. El viernes fue un día lleno de emociones y entusiasmo. Antes de continuar con su agenda oficial, el Papa Francisco hizo una sorpresiva parada en un colegio para visitar a los más de 400 peregrinos cubanos presentes en la JMJ.
El encuentro no estaba programado y los jóvenes cubanos se llenaron de entusiasmo. El Papa quiso agradecer en persona su presencia en este evento.
A pesar de que el papa Francisco visitó Cuba en 2016, el estado cubano sigue siendo muy reticente con la libertad religiosa. Por eso se consideró histórico el hecho de que más de 400 cubanos pudieran viajar a Panamá.
Después el Papa se dirigió a uno de los encuentros más emotivos del viaje: el centro de rehabilitación de menores Las Garzas. Aquí 167 jóvenes presos, muchos de ellos drogadictos, inician un proceso de reintegración mediante cursos de formación profesional y ayuda psicológica.
El papa Francisco llegó al centro cargado de mensajes de esperanza. Les dijo que no se dejen abatir por los murmuradores y chismosos que los critican por los errores que hayan cometido en el segundo y que no les dan una segunda oportunidad. También criticó la “cultura del adjetivo”, que pone etiquetas a las personas calificando no solo su pasado, sino embargándoles el presente y la posibilidad de un futuro.
“Con la vida de la gente parece más fácil poner rótulos y etiquetas que congelan y estigmatizan no solo el pasado sino también el presente y el futuro de las personas. Le ponemos etiquetas a la gente ¿no? ‘Este es así, este hizo esto y ya está’. Y tiene que cargar con eso por el resto de sus días. Así son esta gente que murmura, los chismosos, son así. Y estos rótulos en definitiva lo único que logran es dividir. Acá están los buenos y allá están los malos. Acá están los justos y allá los pecadores. Y eso Jesús no lo acepta. Eso es la cultura del adjetivo. Nos encanta adjetivar a la gente, ¡nos encanta!”, dijo el Santo Padre.
El Papa también dijo que una sociedad está perdida cuando gasta sus energías en la crítica porque la murmuración divide, mientras quienes creen en las personas busca el modo de unir y superar las diferencias.
Al terminar su discurso recibió varios regalos de los reclusos como una placa de automóvil con la matrícula con las iniciales de Estado Ciudad del Vaticano en italiano.
Para concluir su visita, el Papa dedicó bastante tiempo a confesar a varios de los jóvenes presentes.