Después de más de un año puedo decir, We did it!, o sea, ¡lo logramos! El papa Francisco embarcó hacia Cuba y los Estados Unidos en un viaje apostólico como pastor de la Iglesia Católica, no como político ni gobernante, y el equipo de DeSales Media Group y cada una de nuestras entidades les trajo cobertura en VIVO por televisión, web y los medios sociales en dos idiomas. Pero no se trata ahora de nuestro éxito profesional como comunicadores en el área de la nueva evangelización. El éxito de este viaje se debe totalmente a la presencia del Espíritu Santo que caminó junto a un misionero de la misericordia que solo quería ser un ejemplo vivo de caridad, esperanza y paz en dos naciones con retos religiosos pero con deseos de vivir el Evangelio a plenitud.
En los noticieros ustedes habrán escuchado sobre el Francis effect o “el efecto de Francisco”. Nuestros hermanos en los medios lo ven como algo que el hombre está haciendo por sus propios méritos, pero la realidad es que nuestro Sumo Pontífice está viviendo las escrituras como Jesús nos enseñó siempre, tomando en cuenta a nuestro hermano. Sus mensajes en Cuba, Washington, Nueva York y Filadelfia siempre tenían temas en común como la libertad religiosa, los derechos inalienables y el cuidado de los marginados de nuestra sociedad.
Habló de los inmigrantes, los niños, los abuelos y los dones que traen cada uno de ellos a nuestra familia y comunidad. Visitó a estudiantes de una escuela que sirve a familias de bajos recursos, compartió su tiempo con inmigrantes y desamparados que reciben ayuda de las Caridades Católicas y visitó a los presos. Son ejemplos de cómo poner en práctica la misericordia, no solo en la comunidad católica, sino con cada ser humano, sea creyente o no.
Para mí este viaje era muy especial por varias razones. Tuve la bendición de cubrir los eventos en Nueva York y Filadelfia, pero lo más enriquecedor es que al terminar estos momentos históricos salí con una fe rejuvenecida, como muchos de ustedes. Vi a millones de nuestros hermanos en la fe de diferentes partes del mundo que viajaron para el Encuentro Mundial de las Familias, conocí laicos y religiosos que compartieron sus historias y sus alegrías. Tuve la oportunidad de reflexionar sobre las palabras del Papa y entender sus anécdotas de la familia en una manera que me va a ayudar en los próximos meses, ya que se acerca el día de mi matrimonio y el tiempo de construir mi propia familia.
Por el ejemplo y las palabras del Santo Padre, yo también regreso a Nueva York con ánimo y con un mejor entendimiento de lo que significa la familia en todos los aspectos de la palabra. No somos perfectos pero sí estamos llamados a la perfección. Como dijo el Papa durante el Festival de las Familias, “tanto [era el amor de Dios] que empezó a caminar con la humanidad […] y le dio la muestra más grande de amor: su Hijo. Y a su hijo, ¿dónde lo mandó?, ¿a un palacio?, ¿a una ciudad?, ¿a hacer una empresa? Lo mandó a una familia. Dios mandó a su Hijo al mundo en una familia”. Y añadió el Papa: “La familia es como una fábrica de amor. Hay dificultades pero las dificultades se superan con amor”. Reconocemos que nuestras familias no son todas iguales, en nuestras comunidades hay diferencias, en nuestras culturas y tradiciones hay diversidad, pero cada uno de nosotros aporta algo muy especial a nuestra fábrica y tenemos que cosechar juntos porque es ahí donde el resto del mundo participará y recibirá el efecto de Francisco que solamente es el don del Espíritu Santo guiando a un misionero de misericordia.
Fotos: Natasha Bisbal