Hoover Chavez es colombiano y nació en la ciudad de Cali en 1968. Llegó a Estados Unidos el 4 de julio de 1987 con muchas ilusiones y un sueño bajo el brazo: algún día convertirse en arquitecto. Su primer trabajo fue lavando platos en el turno de la noche en un restaurante suizo cerca a la sede de las Naciones Unidas. Durante el día trabajaba en una fábrica de plásticos en Canal Street.
Mientras trabajaba en la fábrica, Hoover empezó a interesarse en el negocio de las distribuidoras de licores así que con sus ahorros consiguió un local para iniciar su propio negocio. Antes pasó un tiempo trabajando gratis en una licorería para aprender sobre el negocio.
Los inicios del negocio fueron duros, pues casi no obtenía muchas ganancias y los gastos de renta y sostenimiento no cesaban, sin embargo un tío suyo le dio la mano prestándole dinero. Durante ocho años Hoover tuvo su negocio hasta que la idea de tener un restaurante rondó su cabeza.
Es así que desde hace dos años y medio Hoover logró abrir Gallery Bar, un restaurante ubicado en el área de Bedford- Stuyvesant, en Brooklyn. El lugar es amplio, consta de dos barras, un patio y una carta tipo barra con entradas y platillos que ofrecen un toque y un sabor muy especial en medio de un ambiente artístico único.
Chavez sabe que tener un negocio propio supone grandes retos y es por eso que aconseja a quienes quieran imitarlo “analizar primero lo que quieren hacer, y luego buscar una oportunidad de trabajar y conocer cómo es el negocio. Eso [hay que hacerlo] antes de pensar en un negocio propio, porque muchos negocios fracasan en menos de seis meses por desconocimiento. No es fácil pero hay que estudiarlo, analizarlo y empaparse un poco”.Desde los inicios de este restaurante se pensó en la idea de abrir un espacio a los artistas plásticos interesados en exhibir y vender sus piezas sin tener que pagar nada por esta oportunidad al establecimiento. Es así como cada mes planean eventos para recibir músicos, pintores, escultores, entre otros.
Hoover recuerda que mientras supervisaba la restauración del edificio y del espacio para abrir el establecimiento, se dio cuenta de que el arte urbano era un fenómeno prevalente en la zona. Hay gran presencia de artistas en el vecindario y por eso quiso unir los dos mundos en un solo lugar y que sus clientes complacieran todos sus sentidos con buena música, vistosas obras de arte y sabores ricos y diferentes.