Desde Roma

A los pobres no se les perdona ni siquiera su pobreza

Hoy se celebró el cierre de la tercera edición de la Jornada Mundial de los Pobres que dio inicio el 10 de noviembre pasado  bajo el lema “la esperanza de los pobres no se frustrará” y el Papa presidió la Misa en la Basílica de San Pedro antes de compartir el almuerzo con alrededor de 1500 personas en situación de indigencia junto a voluntarios de asociaciones caritativas.

A lo largo de esta semana se instaló, una vez más, el Ambulatorio Médico en la Plaza de San Pedro, donde se realizaron consultas, tratamientos y análisis clínicos totalmente gratuitos para  todas las personas indigentes que normalmente no pueden acceder a este tipo de servicios.

Durante la homilía Francisco recalcó que “los pobres son preciosos a los ojos de Dios porque no hablan la lengua del yo; no se sostienen solos, con las propias fuerzas, necesitan alguien que los lleve de la mano.” Ademas nos exhorto a “estar con los pobres y servir a los pobres aprendiendo de los gustos de Jesús”. Su deseo final para los fieles due “¡Qué hermoso sería si los pobres ocuparan en nuestro corazón el lugar que tienen en el corazón de Dios!.”

En el Mensaje de la Jornada dirigió fuertes palabras de crítica a la sociedad que “está siempre alerta para juzgarlos [a los pobres]. No pueden permitirse ser tímidos o desanimarse; son vistos como una amenaza o gente incapaz, sólo porque son pobres.” Señalando ademas que hasta se “ha llegado hasta el punto de teorizar y realizar una arquitectura hostil para deshacerse de su presencia, incluso en las calles, últimos lugares de acogida.”

Francisco afirmó que Dios “nunca puede ser indiferente a los pobres” y que  aunque “se puedan alzar muchos muros y bloquear las puertas de entrada con la ilusión de sentirse seguros con las propias riquezas en detrimento de los que se quedan afuera, no será así para siempre; el “día del Señor”, destruirá las barreras […] Jesús, que ha inaugurado su Reino poniendo en el centro a los pobres.”

Recordó también la memoria del teólogo suizo Jean Vanier, fundador de la comunidad de “El Arca” y se refirió a la “obligación de la Iglesia  de asumir la responsabilidad de dar esperanza a los pobres, como un programa que la comunidad cristiana no puede subestimar. De esto depende que sea creíble nuestro anuncio y el testimonio de los cristianos. «La opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha» es una opción prioritaria que los discípulos de Cristo están llamados a realizar para no traicionar la credibilidad de la Iglesia y dar esperanza efectiva a tantas personas indefensas. ”

Para finalizar su discurso el Papa destacó la tarea de los voluntarios y les pidió “superar las divisiones políticas e ideológicas” para trabajar juntos e ir “más allá” de las necesidades materiales para poder responder a las necesidades más profundas de los hermanos necesitados, “no olvidéis nunca que «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual».”

Finalizada la Celebración de la Misa en la Basílica de San Pedro y el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre se dirigió al Aula Pablo VI para compartir el ya tradicional almuerzo que en esta ocasión consistió en lasagna, nuggets de pollo con crema de champignons y patatas, postre, fruta y café, al mejor estilo italiano.