HACE CIEN AÑOS, EL 13 DE MAYO DE 1917, Lucía dos Santos, de 10 años y sus primos, Francisco y Jacinta
Marto, de 8 y 7 años, mientras cuidaban un pequeño rebaño, vieron de repente una luz radiante sobre una encina,
iluminando la figura de una “Señora más brillante que el sol” con un rosario blanco en sus manos.
¡Ya son cien años de esta aparición! Cien años de cultivar esta devoción a Nuestra Señora de Fátima, a la que también llamamos Peregrina. El 13 de mayo de 2017 celebramos el gran jubileo.
El papa Francisco, con el lema “Con María, peregrino en la esperanza y la paz”, estará en Portugal celebrándolo con unos 500 mil peregrinos, que se espera asistan al Santuario. ¿Cómo podemos participar nosotros?
El año jubilar comenzó el 27 de noviembre de 2016 y terminará el 26 de noviembre de 2017. Por mandato del papa Francisco, se concede la indulgencia plenaria de tres formas:
1) Peregrinando al Santuario y participando allí en alguna celebración en honor de la Virgen;
2) Visitando una imagen de Nuestra Señora de Fátima expuesta en un templo o lugar adecuado en los días del
aniversario de las apariciones, el 13 de cada mes, de mayo a octubre del 2017, y participando en alguna celebración en honor a la Virgen;
3) Uniéndose en espíritu a las celebraciones jubilares, si por enfermedad o edad no pudiera salir, ofreciendo a través de María, sus oraciones y dolores, o sacrificios de la propia vida.
En las tres formas, se debe rezar el Padrenuestro, el Credo e invocar la protección de Nuestra Señora de Fátima. Se requiere además recibir el sacramento de la Reconciliación, la Sagrada Eucaristía y orar por las intenciones del Santo Padre. Hace cien años, la Virgen le pidió a los pastorcitos que construyeran allí una capilla en su honor; que rezaran el Santo Rosario meditando los misterios, y así la guerra terminaría pronto. Se refería a la Primera Guerra Mundial que duró de 1914 a 1918.
En nuestros días, desde Fátima, hemos sido testigos de los estragos de esta Primera Guerra Mundial; de los horrores de la Segunda; de las tensiones de la Guerra Fría; de los ataques terroristas; y tantos otros crímenes. Hoy tenemos también realidades dolorosas como persecuciones, injusticias, migrantes y refugiados maltratados, y peligros de otras guerras. Escuchemos a la Madre que está pendiente de nosotros y que nos pide interceder con ella ante su hijo
Jesús por la paz del mundo.
Entre la oraciones jubilares tenemos una dedicada a orar por la paz:
Señor, Padre Santo, que en Jesús nos diste tu paz y por Él nos quisiste conducir a tu corazón, en este lugar en el que la Virgen María nos invita a la oración por la paz del mundo y en el que el Ángel de la Paz nos exhorta a adorar solamente a Dios, nosotros te pedimos que entre los pueblos reine la concordia; que los responsables de las naciones encuentren caminos de justicia, que todos alcancemos la paz del corazón y que, por intercesión de la Reina de la Paz, seamos constructores de un mundo más fraterno. Por Cristo, Nuestro Señor.
¡Gracias, Madre Peregrina, por caminar con nosotros!