Análisis

Junio, mes del Sagrado Corazón de Jesús

“El corazón de Jesús, en el que habita la plenitud de la Divinidad” es una de las antífonas que cantaremos durante las noches de junio en nuestras parroquias. Esta letanía de oración combina contenido devocional y doctrinal. Por un lado, nos ayuda a adherirnos emocionalmente a Cristo, el Siervo sufriente de Yahweh. Por otro lado, sin embargo, nos enseña sobre las cualidades de Dios y nos recuerda hechos importantes de la historia de la salvación.

Un breve recorrido por la historia de esta devoción

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús tiene una larga historia. Ya en la Edad Media se generalizó en forma privada, y con el tiempo fue oficialmente aprobada por la Iglesia. En 1670, la Misa propia fue incorporada al Misal, y el Oficio propio del Sagrado Corazón de Jesús se agregó al Breviario. En los años 1673-1675 una monja francesa y mística – Santa Margarita María Alacoque experimenta las apariciones del Señor Jesús, quien le pide que promueva esta devoción. Sus rasgos característicos son: la práctica de los nueve primeros viernes del mes, la oración con la letanía al Sagrado Corazón de Jesús y el acto de desagravio por nuestros propios pecados y los de la humanidad.

¿Puede Dios tener un corazón?

Pero, ¿qué quiere Dios realmente decirnos con todo esto? ¿Puede Dios tener un corazón? Bueno, el evento central de la historia de la salvación es la Encarnación del Hijo de Dios, es decir, que Dios realmente se hizo hombre. Podías verlo, oírlo hablar, tocarlo cuando pasaba. Entonces Jesús también tenía un corazón como todos nosotros. Pero también hay quizás una comprensión más profunda de esta verdad. Dios tiene un corazón porque es un Dios verdadero. Dios tiene un corazón porque no es un producto de la mente, no es el resultado de un contrato social o un sistema filosófico, no es una idea con la que se pueda discutir, ni una teoría que pueda ser falsificada.

Él es una persona

Dios es una persona, si él tiene un corazón significa que puedo tener una relación real con Él, no se trata solo tratar de cumplir sus requisitos. Esta es la verdad fundamental del cristianismo que a veces se nos escapa. No somos la “religión del libro”, ni defensores de la “sabiduría”. Somos cristianos, es decir, aquellos que aún se encuentran con el Dios personal. Por lo tanto, cuando oramos, decimos palabras o tratamos de expresar nuestros deseos y anhelos. Si Dios no fuera una Persona, si no tuviera un Corazón, ¿a quién llegarían nuestras palabras y pensamientos?

Corazones heridos

En la vida experimentamos varias situaciones dolorosas. Algunas de ellas son heridas profundas infligidas en la infancia. Otras están relacionados con la vida adulta, familiar y profesional. Humillación, rechazo del amor, traición, ingratitud humana, incomprensión, soledad. Estos son ejemplos de ataques a nuestros delicados corazones que terminan por endurecernos, enfriarnos, cerrarnos. Y a veces nos preguntamos si un corazón tan herido ¿Todavía puede ser amado o perdonado? Parece irreal, más allá de la fuerza humana.

“Lanza perforada”

Aquí nuevamente, el Sagrado Corazón de Jesús viene en nuestra ayuda. Una mirada a una pintura o figura de la iglesia sobre este tema me permite descubrir que el corazón de mi Señor … también está herido, rechazado, incomprendido. ¡Con tal corazón, es capaz de amarme aun mas todavia! Al orar al Corazón de Jesús, descubro que no hay dolor que no pueda traducirse en amor y perdón. Si Cristo pudo amar con el corazón herido ( ¡Corazón de Jesús, por una lanza traspasado! ), entonces tengo en mi interior la fuerza suficiente para seguirlo también por este camino.junio Sagrado Corazón Jesús

Ama y perdona

Quién sabe si la Devoción al Corazón de Jesús no es particularmente necesaria para nosotros hoy: En momentos en que experimentamos heridas sofisticadas y ataques en nuestros corazones, en nuestra pureza, en el amor y la fe humana. En un momento en que tenemos que “endurecernos” para “no ser lastimados” en la familia, en las relaciones, en los medios, en la política. No puedes vivir una vida sin dolor. No puedes salvar tu corazón de todos los golpes. Pero puedes aprender a salir de tus heridas a través del perdón, la purificación de tu ego y la humildad. Esto es lo que oramos con las palabras: “Jesús, manso y humilde de corazón, ¡haz nuestro corazón semejante al tuyo!”