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Kujenga: 42 años empoderando a jóvenes católicos negros

KUJENGA, de la palabra suajili “construir’’, ha sido durante 42 años el nombre de la misión evangelizadora en los Estados Unidos para empoderar a los jóvenes católicos afroamericanos a ser líderes no solo en la Iglesia sino también en la sociedad y a cultivar la fe desde sus raíces raciales e históricas.

Este año, la Conferencia de Liderazgo Kujenga celebró su edición número 27 — “El Amor Nunca Falla” — los días 26 al 28 de julio en el Seminario de la Inmaculada Concepción en Huntington, Nueva York. En esta ocasión, a 47 jóvenes de primer año hasta último de secundaria se les dieron las herramientas para desarrollar sus habilidades de liderazgo y servicio. El retiro desafió a los participantes a verse a sí mismos como merecedores y constructores del amor y les ayudó a comprender la importancia de la historia y las tradiciones católicas de ascendencia africana en la Iglesia Universal. Los santos Pedro Claver, Mónica, Martin de Porras y Katherine Drexel fueron algunas referencias para hablar sobre la santidad en la comunidad negra de los Estados Unidos.

Entre espacios diseñados para la meditación, la adoración y el intercambio de testimonios, los jóvenes dijeron sí al llamado de Dios para dirigir su iglesia. Los temas más relevantes discutidos durante la conferencia incluyeron participación en la comunidad, educación superior y evangelización.

“El Amor Nunca Falla” significó una invitación a servir a los demás mediante el sacrificio de los deseos y placeres propios para hallar el amor auténtico.

Según Sandy Thomas, miembro del equipo central de Kujenga desde 2011, la misión tiene los brazos abiertos a los jóvenes de diferentes nacionalidades que comparten el mismo origen ancestral.

‘‘Para nosotros, la palabra africano significa las características que provienen de ese continente y que la mayoría de las culturas adquieren debido a la colonización, la migración y la mezcla de razas. Kujenga ha tenido diferentes etnias en conferencias anteriores. Es un espacio inclusivo y nuestro único objetivo es conducirlos a una relación con Dios,’’ dice Thomas.

Durante el evento, los participantes gozaron de espacios de integración y socialización entre ellos una noche de talentos, BBQ, juegos de mesa y actividades de competencia, con el propósito de ‘‘construir comunidad’’, según afirmó Georgeann Campbell, coordinadora de Kujenga desde 2006, y quien además expresó su preocupación respecto a la continuidad del evento.

‘‘Esta experiencia es lo único que los jóvenes negros tienen para reconocerse como católicos valiosos y distinguirse de los demás. Solo una vez al año ven a personas como ellos con un papel de liderazgo en sus comunidades y se sienten inspirados a seguir sus pasos. Ellos necesitan ser predicados desde su realidad’’, alerta Campbell.

Kwame Barrett fue uno de los adolescentes que viajó desde Carolina del Norte para entrenarse como líder y chaperón. “Realmente lo sentí en mi alma’’, dijo Barrett. “Los oradores fueron geniales. Ya sabes, puedes estar en cualquier lugar y ser tentado. La tentación lucha y viene a ti, pero estando aquí, sentí que estaba en la presencia de Dios todo el tiempo. Es algo más grande que tú. Fue realmente extraordinario”.

En el evento estuvo presente el Padre Alonzo Q. Cox, coordinador del Vicariato de Asuntos Católicos Negros de la diócesis de Brooklyn, quien presidió el sacramento de la confesión y la Hora Santa durante el primer día del fin de semana y la celebración de la Eucaristía como ceremonia de clausura para los jóvenes de último año. Con canciones de Góspel, alabanzas y banderas, se les dio la despedida a los graduandos de 2019.


 Un legado que no se detiene

Padre Martin Carter. (Foto de la comunidad FFE)

KUJENGA nació en la Diócesis de Chicago en 1977 debido al interés del Padre Martin Carter en ayudar a la juventud católica negra a descubrir su identidad en Cristo. Durante esa época, este fraile franciscano enseñaba en la Escuela Secundaria Franciscana Hales, donde comenzó su misión pastoral.

Más tarde, él mismo presentó Kujenga a la Diócesis de Brooklyn y se convirtió en director de la Oficina del Ministerio Negro a finales de la década de los 80’s. Esta ciudad fue el escenario de la primera Conferencia de Kujenga en 1990. “Su visión de lo que es este retiro aún permanece más fuerte que nunca en nuestras vidas”, dijo el padre Cox refiriéndose al padre Martin.

“Era su misión traer jóvenes negros a Kujenga para dar testimonio de su fe e inculcar en ellos lo que significa ser un líder en la iglesia”. Para muchos, Kujenga llega en un momento crucial. Dando a los adolescentes la oportunidad de desahogarse y aceptar la opción de cambiar. La conversión es un paso importante en el proceso de los Kujengas para que puedan ser testimonio para los demás.

Donella McLeod, una mujer de Brooklyn de 27 años que asistió al retiro Kujenga hace 10 años, es ahora champerona de los jóvenes católicos negros en formación. Haber vivido esa experiencia cuando era adolescente cambió su estilo de vida, dijo a Nuestra Voz.

¿Quién era Donella McLeod cuando conoció Kujenga?
Asistí a Kujenga en lo que sentí que era el momento más crítico de mi vida con respecto a mi fe. Me estaba graduando de secundaria y continuaba estudios en Spelman College en Atlanta, GA (centro pentecostal/ bautista). Hasta ese momento, había estado siguiendo los movimientos del catolicismo con mi familia porque se suponía que debía hacerlo. En mi escuela secundaria no había muchos cristianos, ni muchos católicos y
mucho menos católicos negros.

¿Qué sucedió después?
Cuando asistí a Kujenga, sentí que pertenecía. Estaba rodeada de jóvenes que se parecían a mí y estaban enamorados de Jesús. Era un espacio seguro para hacer pregun-
tas sobre mi fe sin sentirme estúpida —dice McLeod— Kujenga me animó a estar orgullosa de mi fe y a ir a la universidad sabiendo quién era yo como católica negra.

¿Qué la empuja a volver?
Ser chaperona en Kujenga me permite transmitir esa experiencia a los jóvenes católicos negros que, como yo, se han preguntado si pertenecemos. Mi mayor objetivo es ayudarlos a crecer y afianzarse en su fe. Me emociono cada año con un fin de semana completo en el que los jóvenes aprenden que Jesús realmente los ama y los alienta a estar orgullosos de eso y a amarlo nuevamente.