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La cadena alimenticia se rompe, reina la necesidad en medio del desperdicio

Más de veintiséis millones de estadounidenses están desempleados y sin recursos. Muchos de ellos se unen a las decenas de miles de familias que carecen de dinero para comprar alimentos y se ven obligadas a esperar por largas horas en filas kilométricas en los bancos de comida del país.

“Más de 5 millones de cenas han sido repartidas desde el comienzo de esta emergencia y seguimos contando, dijo en un comunicado la presidenta del Banco de Comida de la ciudad de Nueva York, Leslie Gordon, añadiendo que también están proveyendo alimentos y bolsas de despensas para los mas de 30 mil trabajadores de salud que están laborando en los frentes de lucha en los hospitales de la ciudad.

La red de 200 bancos de comida de Feeding America, sirve a más de 40 millones de personas al año normalmente, pero el Coronavirus los ha dejado en cifras rojas. Aseguran que, para seguir operando, van a necesitar por lo menos $ 1.4 mil millones adicionales en recursos durante los próximos seis meses para poder satisfacer las necesidades de millones de personas; un aumento de 30% a los gastos operativos de todas las organizaciones de la red.

“Por años hemos estado diciendo que muchos de nosotros estamos a un paso de terminar haciendo fila por comida gratuita y esta crisis deja en claro que esto es cierto”, dijo ante la prensa, Dan Flowers, presidente del Banco Regional de Alimentos en Akron-Canton, Ohio.

Asimismo, la cadena alimenticia de la nación comienza a mostrar señales de peligro con altos números de trabajadores infectados con el Coronavirus en empresas empacadoras de carnes, almacenes de distribución y hasta en los supermercados.

La propagación del COVID-19 en la industria de alimentos ya está interrumpiendo la producción y distribución de productos, según reportan ejecutivos, lideres de sindicatos y analistas.

Un empleado con máscara reabastece la sección de carnes, menos variada que de costumbre , de Greenland Market, en Dearborn Heights, Michigan, el 23 de abril de 2020.

Smithfield Foods tuvo que cerrar su planta procesadoras de carne de cerdo en Dakota del Sur el mes pasado, al descubrirse que 230 trabajadores se enfermaron con el virus. “El cierre de esta planta, aunado a la larga lista de otros productores que también han tenido que suspender producción, está empujando al país contra la pared en términos de suministros de carne”, advirtió el director ejecutivo de Smithfield, Kenneth Sullivan en un comunicado.

El alarmante contagio saca a relucir los peligros que corren los trabajadores que procesan o recogen en el campo los alimentos que llegan a nuestras mesas. Unos han sido retirados de sus labores, pero otros, ni siquiera han sido sometidos a pruebas de Coronavirus, a pesar de laborar hombro a hombro con sus compañeros.

En California, el gobernador Gavin Newsome firmó una ley para proteger el pago de las ausencias por enfermedad en tiempos de Coronavirus. La presidenta de la Unión de Campesinos, Teresa Romero, aplaudió la acción del mandatario estatal y la catalogó como “un paso importante para controlar la propagación del coronavirus en las comunidades agrícolas de California”.

Romero dijo que “las familias de los campesinos y las de los agricultores trabajan, juegan, compran y adoran juntas. La protección de estas comunidades pequeñas y estrechas es vital para la protección de nuestro suministro de alimentos”.

En los campos de cultivo de otros estados, no hay suficiente mano de obra para recoger los frutos, y en algunas lecherías, al desaparecer la demanda de los restaurantes por sus productos, los dueños de rancho optaron por desechar miles de galones de leche y dejar perder el fruto.

“El sector laboral será lo que rompa la cadena alimenticia”, dijo el experto en cadenas de suministro Karan Girotra, de la Universidad de Cornell. “Si una gran cantidad de personas comienzan a enfermarse en las áreas rurales, se cerrarán todos los caminos”, añadió.

Para colmo de colmos, muchas empresas han sido muy lentas en la provisión de equipo de protección personal para sus trabajadores, que enfrentan el riesgo de laborar en cercanía de compañeros enfermos que no presentan síntomas; o que se exponen a clientes en los supermercados que van a hacer sus compras sin mascarillas de protección ni mantienen el nivel adecuado de distanciamiento social.

Pero volviendo a los campos de cultivo, la situación es preocupante. Para vivir y comer, hay que trabajar, y no todos los rancheros están cuidando la salud de sus trabajadores campesinos, aunque siempre hay sus excepciones.

“Hoy son esenciales para el suministro de alimentos. Siempre lo han sido, pero ahora hay un nuevo nivel de importancia en ellos”, informó al diario Los Angeles Times, el empresario Héctor Luján, presidente ejecutivo de Reiter Affilliated, el mayor productor de bayas del mundo.