LA HABANA, Cuba — Varias comunidades de la sociedad cubana han encarado las acciones de violencia y persecución que desató el presidente Miguel Díaz Canel Bermúdez, secundado por el alto mando militar del país, durante los sucesos del 11 de julio. Comunidades religiosas, estudiantiles y de índole civil apelaron a posturas humanistas, mientras que convidaban a que las acciones, luego de las protestas, se encaminaran hacia el respeto al disenso y la pluralidad, el debate en un espacio de diálogo y entendimiento.
Otras comunidades fueron más radicales frente a la violencia y condenaron rotundamente el manejo anticonstitucional del país por parte de sus administradores. Este es el caso de la comunidad masónica de Cuba, específicamente el Supremo Consejo de Grado 33 de la República de Cuba, sita en Jovellar #164, entre San Francisco y Espada, La Habana, Cuba.
En una carta firmada y circulada por el soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Grado 33, José Ramón Viñas Alonso, queda reflejado el sentir y la postura de los masones cubanos. Entre sus inquietudes se puede leer:
«Hacerle saber (a Miguel Díaz Canel Bermúdez) nuestro rechazo a su posición y dirección frente al país, por convocar, incitar y ordenar un enfrentamiento con violencia hacia el pueblo cubano, también detenciones contra manifestantes pacíficos y ciudadanos que piensan contrario al sistema que usted representa; al mismo tiempo declaramos nuestra inconformidad a justificar siempre la crisis en la que está sumida el país por causas de razones externas (Bloqueo), sin reconocer la responsabilidad e ineficacia del gobierno.»
La carta continúa destacando la participación notable de la masonería durante las luchas por la independencia de Cuba, sobre todo en las gestas mambisas del siglo XIX. Generales del Ejército Libertador, como Máximo Gómez y Antonio Maceo, fueron reconocidos masones de su tiempo. Asimismo, la identidad del apóstol José Martí como masón fue confirmada por historiadores, aunque estuvo en duda harto tiempo.
El punto más estremecedor de la carta es cuando afirman que la comunidad masónica hace 88 años, durante el gobierno del general Gerardo Machado Morales en la isla, le escribió una misiva parecida al presidente condenando los horrores y la violencia con la que trataba la policía a los ciudadanos. Bajo esta contundente analogía, pudieran sacarse evidentes conclusiones sobre los procederes dictatoriales de los gobiernos en Cuba, tanto de derecha como de izquierda. La violencia ha sido aplicada al pueblo cubano por todos los poderes políticos que se han sucedido en el país desde la instauración de la República, tanto de un signo político como de otro. Lo cierto es que Cuba nunca ha experimentado una plena democracia participativa.
A raíz de la circulación de esta carta, la Seguridad del Estado citó al comendador, José Ramón Viñas Alonso, a comparecer para un interrogatorio. Allí, según su testimonio, fue refutado e intimidado por oficiales del régimen. A las afueras de ella estación policial de Zapata y C un grupo de masones fueron a reclamar ante el arbitrario interrogatorio al que se sometió el comendador. Más allá de un acto aleccionador, el estado no consiguió hacer mucho más: la comunidad masónica continúa firme en su denuncia contra el régimen.
El interrogatorio demuestra que poco interés tiene el poder en dialogar con sus ciudadanos, aceptar críticas y legalizar la oposición política como derecho constitucional. Lamentablemente el llamado a la fraternidad y la concordia de tantos líderes religiosos e instituciones no gubernamentales a nivel global ha sido burlado por la dictadura cubana, que continúa en su afán de persecución y represión contra toda muestra de desacuerdo con el régimen político.