El testimonio de un joven que se hizo sacerdote gracias a la generosidad del Cardenal filipino de 62 años, Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, recién nombrado por el papa Francisco prefecto de la Congregación para la Evangelización de los pueblos, antiguamente denominada Propaganda Fide, que se trasformará en el poderoso mega-Dicasterio para la Evangelización de los Pueblos, según el borrador de la constitución apostólica para la reforma de la Curia romana, “Praedicate Evangelium” (“Predica el Evangelio”).
Se podría decir que fue la casualidad, aunque yo prefiero llamarla “providencia”, la que puso a Su Eminencia, Luis Antonio Tagle y Gokim, en mi camino; porque mi provincia Sorsogon, en Filipinas, está muy lejos de la que era su diócesis Imus, en la provincia de Cavite. En nuestra diócesis, por la Gracia de Dios, hay muchas vocaciones al sacerdocio, pero no cuenta con la infraestructura necesaria para albergar a todos y sucedió que cuando terminé el Seminario Menor (ese preuniversitario donde estudian los adolescentes que a temprana edad creen tener vocación para el sacerdocio), solo fueron aceptados 10 de los 16 candidatos de mi curso para el Seminario Mayor, y yo fui uno de esos 6 que no encontraron lugar, por lo que nuestro obispo diocesano nos permitió buscar otro seminario en otra diócesis.
Gracias a esta situación, los caminos del Señor nos llevaron a la Diócesis de Imus donde Su Eminencia era el Obispo y el Rector tanto del Seminario de Nuestra Señora del Pilar en Buhay na Tubig, en Imus, como de Tahanan ng Mabuting Pastol en Tagaytay.
Los formadores de allí fueron muy amables al recibirnos, pero antes de darnos una respuesta definitiva debían consultar al Rector. Este fue el momento en que conocí al Cardenal Tagle. Debido a nuestra situación inusual, prefirió conocernos y hablar con nosotros personalmente. En nuestra reunión inicial, bromeaba al vernos tan jóvenes y tan decididos por nuestra vocación, pues entonces solo teníamos 16 años.
Esta reunión con Su Eminencia, me sorprendió mucho desde el principio porque sentí esa extraña certeza de encontrarme frente a un obispo diferente. En nuestra cultura, los obispos y sacerdotes son tan respetados por la sociedad, que a menudo se comportan como si estuvieran en un pedestal, pero Mons. Tagle se había bajado de allí para mostrarse cercano a nosotros. Cuando mis compañeros y yo hicimos el saludo reverencial habitual en nuestra cultura, el “Mano po”, Su Eminencia hizo la “Mano po” hacia nosotros —fue como si él también nos pidiese nuestra bendición. Con este gesto humilde, nos sentimos bienvenidos.
En ese clima de confianza, fue fácil contarle nuestra situación. Luego nos preguntó si nuestro obispo nos daba permiso para estudiar en otro seminario. Nosotros respondimos que sí. Después de escuchar nuestras historias, nos contó las implicaciones de nuestra situación para nosotros y nuestra diócesis. Al final de esta reunión, Su Eminencia nos aceptó para continuar nuestra formación en el seminario de su diócesis.
Estamos siempre agradecidos por su decisión, que lo convirtió en mi rector hasta que fue nombrado arzobispo de Manila.
Después de leer y escuchar tantas cosas sobre él en los últimos tiempos, luego de haber vivido unos diez años bajo un mismo techo, pienso que puedo escribir algo, ciertamente subjetivo, pero no por eso menos pertinente, sobre quién es el cardenal Tagle —el hombre que el papa Francisco ha nombrado prefecto de recién creada Congregación para la Evangelización de los pueblos.
Mons. Tagle un hombre atento. Él recuerda a cada persona que conoce: su nombre, las circunstancias de ese encuentro, compañías y hasta las conversaciones que sostuvieron. Es accesible; es decir, cuando alguien se dirige a él presta atención, e incluso si está ocupado, encontrará tiempo para atenderte. Para sus alumnos del seminario es un padre, un amigo generoso en muchos sentidos.
Mons. Tagle es un trabajador incansable: Necesita estar siempre ocupado, lo que significa que se enfermará si no tiene nada que hacer.
Es un hombre sencillo, muy simple, que cuida mucho de sus pertenencias, y no compraría ni cambiaría nada a menos que fuera imprescindible. En los momentos libres le gusta tocar la guitarra o el piano.
Como profesor es muy generoso calificando. Sabe si estudias o no y hace que los temas complejos sean fáciles de entender. Es un profesor carismático, entretenido y con sentido del humor al que le apasiona enseñar. Sus clases eran muy vivas.
Como sacerdote es una prueba fehaciente de lo que predica a los demás. Es un hombre santo. De una santidad que se revela en las pequeñas obras que hace. Tiene una profunda devoción a la Eucaristía, a la Santísima Virgen María y a los santos.
Como formador de seminario es un discípulo de San Ignacio de Loyola en lo que respecta a su espiritualidad. Nos ayudaba y enseñaba a discernir nuestras elecciones, valores, vocación. La Palabra de Dios fue su guía para formarnos como sacerdotes. El cardenal Tagle ama a los pobres, y en el seminario, nos enseñó a tener un corazón dispuesto para ellos, porque nosotros también somos pobres y mendigos frente a Dios.