CIUDAD DEL VATICANO (Por Junno Arocho Esteves/CNS)—. La teología se desarrolla a través del diálogo, no de una agresiva defensa de la doctrina que busca imponer sus creencias a los demás, dijo el papa Francisco.
Como Charles de Foucauld y los asesinados monjes trapenses de Tibhirine en Argelia, la fidelidad al Evangelio “implica un estilo de vida y la proclamación sin un espíritu conquistador, sin un deseo de proselitismo y sin un agresivo intento de refutar”, dijo el papa el 21 de junio en un discurso en la Facultad Pontificia de Teología del sur de Italia en Nápoles.
Además, citó los escritos del reverendo Martin Luther King Jr. y el filósofo italiano Lanza del Vasto como ejemplos de la enseñanza de la no violencia y advirtió que las posturas opuestas en los debates teológicos pueden ser propensas al “síndrome de Babel”.
Mientras algunos creen que la historia bíblica de la Torre de Babel se trata de “no escuchar lo que dice el otro y creer que yo sé lo que el otro piensa y lo que el otro dirá. ¡Esto es la peste!”, dijo el papa.
El papa viajó a Nápoles para pronunciar el discurso de clausura de una conferencia de dos días sobre el tema “Teología luego de ‘Veritatis Gaudium’ en el contexto del Mediterráneo”.
En su constitución apostólica “Veritatis Gaudium” (“la Alegría de la Verdad”), el papa emitió una actualización de las normas para lo que se conoce como “universidades y facultades eclesiásticas” –las que otorgan títulos reconocidos por el Vaticano, las cuales son necesarias para enseñar la mayoría de los cursos de filosofía, teología y ley canónica en seminarios y universidades pontificias.
El documento igualmente hizo un llamado a una renovación “reflexiva y profética” de la educación teológica “como parte de la nueva fase de la misión de la iglesia, marcada por el testimonio de gozo que nace del encuentro con Jesús y la proclamación de su Evangelio”.
En su charla en Nápoles, el papa Francisco dijo que una “teología de mayor bienvenida” se fomenta a través del diálogo, particularmente con el judaísmo y el islam, a fin de “entender las raíces comunes y las diferencias de nuestra identidad religiosa y así contribuir de un modo más eficaz a la construcción de una sociedad que aprecia la diversidad y promueve el respeto, la hermandad y la coexistencia pacífica”.
El papa destacó la importancia de comprometerse en el diálogo y recordó un juego que él y sus compañeros seminaristas jugaban al estudiar teología en el seminario en el cual ellos “demostraban” cada postura teológica usando el mismo silogismo:
“Primero, las cosas parecen ser así, segundo, el catolicismo siempre tiene la razón, tercero, Ergo … ”
“Yo estudié en la época de la teología decadente, de la escolástica decadente, en la época de los manuales. Entre nosotros había una broma, todas las tesis teológicas se probaban con este esquema, un silogismo”, dijo. “Una teología de tipo defensivo, apologética, incluida en un manual. Bromeábamos así, pero eran las cosas que nos presentaban en aquella época de escolástica decadente”.
En vez de recitar fórmulas de memoria, dijo, los teólogos deben ser “hombres y mujeres compasivos” que se conmueven por las enfermedades sociales de la guerra, la violencia, la esclavitud y la migración forzada y que se alimentan de la oración.
Cuando a los teólogos les falta comunión, compasión y oración, agregó el papa, “la teología no solo pierde su alma, sino que pierde su inteligencia y su capacidad para interpretar la realidad de una manera cristiana”.
“Sin compasión, sacada del Corazón de Cristo, los teólogos corren el riesgo de verse tragados en la condición de privilegio de aquellos que se sitúan prudentemente fuera del mundo y no comparten nada arriesgado con la mayoría de la humanidad”, dijo.
Misericordia, dijo el papa, no es solamente una actitud pastoral sino la columna vertebral del mensaje del Evangelio y debe ser un punto focal en los estudios teológicos. La teología debe ser “expresión de una Iglesia que es hospital de campo”.
“Sin misericordia, nuestra teología, nuestro derecho, nuestra pastoral, corren el riesgo de caer en la mezquindad burocrática o en la ideología, que por su propia naturaleza quiere domesticar el misterio”.