Luego de su visita apostólica de seis días a Estados Unidos, el papa Francisco regresó a Roma “agotado pero feliz”, como lo expresó a algunos medios de comunicación.
Durante aquellos días las cadenas de noticias trasmitieron todo lo sucedido en los diferentes eventos de la visita. Y gracias a ello muchos desde sus casas e incluso desde sus lugares de trabajo siguieron sus pasos y escucharon su mensaje de amor y reconciliación. Otros esperaron por horas en calles y avenidas y tuvieron la oportunidad de verlo en persona cuando se trasladaba en el papamóvil, mientras que otros fueron aún más afortunados y pudieron darle la mano o recibir su bendición personal.
Pero lo que quedó en el ambiente fue un sentimiento que alcanzó a todos: un aire de renovada esperanza. El mensaje del Papa para los diferentes representantes del gobierno fue un llamado a la reconciliación, a la humildad y a la importancia del servicio a los demás. Reclusos, víctimas del terrorismo, víctimas de abuso por miembros del clero, niños y familias de bajos recursos, discapacitados, inmigrantes y fieles de otras religiones tomaron un nuevo aliento gracias a las palabras del papa Francisco.
“En Washington, una acogida calurosa pero un poco más formal, en Nueva York un poco “extralimitada” y en Filadelfia muy expresiva. Tres modalidades, pero la misma acogida.
“Me ha impresionado mucho la bondad, la acogida, las ceremonias religiosas y también la piedad, la religiosidad. Se veía rezar a la gente y esto me ha impresionado mucho, mucho. Es hermoso”, dijo el Santo Padre en la rueda de prensa llevada a cabo durante su vuelo de regreso a la Ciudad del Vaticano.
Para monseñor Octavio Cisneros, obispo auxiliar de Brooklyn, la visita papal trajo
muchas emociones. “Desde el punto de vista espiritual es, por decirlo así, un recargar las baterías espiritualmente, o sea, sentirse en presencia del Vicario de Cristo y sentirse en presencia de que Jesús nos está hablando a través de su representante aquí en la Tierra, entonces sus palabras calan muy hondo en todos nosotros y especialmente en mí como obispo de la Santa Madre Iglesia”.
Así mismo, monseñor Cisneros afirmó: “Siempre es muy emotivo encontrarse con Pedro, encontrarse con el hermano Obispo de Roma, que trae un saludo, que viene a reafirmarnos en la fe, que viene a compartir con nosotros el mensaje de Jesús. Toda mi vida he estudiado sobre la Iglesia, sobre el Papa, sobre su significado; y entonces, de pronto todo eso se hace realidad en una persona”.
Su mensaje de misericordia dejó profundas reflexiones en la mente y en el corazón de todos y especialmente entre miembros del gobierno.
Su llamado al consenso y al diálogo que coincidió con el anuncio de la renuncia del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, quien un día antes se mostró visiblemente conmovido tras una breve reunión con el papa Francisco y su histórico discurso en el Capitolio. Boehner, ferviente católico y del ala moderada del Partido Republicano, se retiró de la vida parlamentaria luego de tres décadas y una creciente presión por parte de sus copartidarios más conservadores que no compartían su posición en temas económicos y sociales.
En su paso por Cuba, el Santo Padre oró por el proceso de paz que están llevando a cabo el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC en La Habana desde hace tres años. Las palabras dieron fruto, pues un día después la mesa negociadora anunció su compromiso de firmar la paz en un plazo de seis meses, un momento histórico en este proceso que terminaría con más de medio siglo de violencia en Colombia.
Un nuevo santo, san Junípero Serra; una hermosa Catedral de San Patricio que culminó sus trabajos de renovación luego de tres años de intenso trabajo y un nuevo aire de esperanza es lo que nos dejó la visita del Sumo Pontífice a los Estados Unidos.