Mire a los ojos a la persona que está al lado izquierdo, dele un abrazo e interceda ante Dios por ella”, nos dijo uno de los predicadores en una de las sesiones del evento internacional de Formación de Intercesores que tuvo lugar en la diócesis de Nicolet, cerca de Montreal, Canadá, del 30 de junio al 6 de julio. Este evento estuvo organizado por la Oficina Carismática Católica Internacional de Servicios (ICCRS, por sus siglas en inglés), con sede en Roma.
Todos lo hicimos. Miramos a la otra persona y sonreímos. Luego nos abrazamos y oramos la una por la otra, en nuestra propia lengua, ella en francés y yo en español. Leímos nuestros nombres en la identificación que nos habían dado y sonreímos nuevamente. Hablábamos en francés, inglés y español, pero el lenguaje corporal fue el idioma común que usamos para comunicarnos las más de 400 personas allí presentes, de 32 países de los cinco continentes; y la alabanza carismática a Dios en lenguas fue el idioma de oración común. Para las sesiones de enseñanza usamos radios para la traducción.
“‘Jesucristo está intercediendo por nosotros a la derecha del Padre. Un intercesor es su colaborador, pide por otros en su nombre’ (Catecismo Iglesia Católica 2634-35). Cada uno de nosotros está llamado a interceder, porque nada tiene éxito sin oración. El mundo necesita más oración que nunca. El tiempo ha llegado, deben haber Escuelas de Intercesión”, nos dijo Cyril John, de la India, y miembro del Consejo Ejecutivo del ICCRS. “Un intercesor debe limpiar su corazón para ser buen conductor de la gracia”, continuó Cyril.
Hay que pedir perdón por nuestros pecados y los de nuestra historia. Como testimonio, los hermanos descendientes de los ingleses y franceses que conquistaron Canadá pidieron perdón a los hermanos nativos canadienses. ¡Cuántos sentimientos nos embargaron al recordar el dolor de nuestras propias tierras! Luego, con los sacerdotes allí presentes, a cada uno de nosotros se nos animó a acercarnos al Sacramento de la Reconciliación.
Se nos enseñó que el ayuno es parte de la intercesión. Como práctica, ayunamos durante un día y la enseñanza dada por Jude Muscat, miembro del ICCRS y nacido en la isla de Malta, nos ayudó y animó a hacerlo con paz y alegría: “El ayuno no es un sacrificio, es una expresión del deseo de darse a Dios, es depender totalmente de Él; es descansar y abandonarse en sus brazos llevándole una situación específica. Él nos sostiene”.
Se nos enseñó que no es lo mismo pedir que interceder. En la intercesión no pedimos por nosotros mismos, sino por otros, insistiendo en la oración hasta que algo suceda. Se nos habló sobre la intercesión profética, es decir, escuchar la voz de Dios que nos habla al corazón sobre personas, eventos o situaciones por las cuales debemos orar. Como práctica hicimos dos talleres en grupos. En el primero vaciamos nuestras mentes para escuchar el mensaje que Dios ponía en cada corazón. Luego, discernimos juntos una intención específica y oramos por ella. En el segundo taller nos dieron una intención específica a cada grupo para discernir cómo orar, ya sea con el Santo Rosario, la Coronilla, alabanzas u otra forma.
Se nos enseñó que el sufrimiento y las pruebas son un gran medio de intercesión. Levantarse por la mañana y ofrecerle todo a Dios por una determinada intención o intenciones, para la Gloria de Dios, es empezar el día intercediendo. “La intercesión debe ser una forma de vida. Nuestro corazón debe ser un cenáculo de oración”.
“Nuestra misión es llevar a los otros a ser tocados por el amor de Dios, sin forzarlos”, nos dijo Denise Bergeron, Directora del Centro de Oración La Alianza en Québec y miembro del ICCRS. A este respecto, el cardenal Gérald Cyprus, arzobispo de Quebec, que celebró la misa en español, nos animó a ser discípulos misioneros e ir a buscar a los que están afuera.
Hay combates espirituales. “Usen las armaduras de Efesios 6,11”, nos dijo Denise. “Hagamos como María que escucha en el silencio”, nos exhortó María José Cantos, miembro del Consejo. “Déjense refrescar por el Espíritu Santo”, nos animó Michelle Morán, presidenta del ICCRS, al son de la canción “Alma misionera” en tres lenguas, cantamos, danzamos e hicimos ondear nuestras banderas en un mismo espíritu, ante un mismo Señor, que nos ama a todos por igual. “Te escogí no porque eres capaz, sino porque te amo. Con mi gracia, te hago capaz”, enfatizó Denise.