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“Los emigrantes son personas, no un problema social”, dice el Papa

CIUDAD DEL VATICANO (Por Junno Arocho Esteves/CNS)—. Los cristianos están llamados a seguir el espíritu de las bienaventuranzas, a consolar a los pobres y oprimidos, especialmente a los migrantes y refugiados que son rechazados, explotados, a quienes se les deja morir, dijo el papa Francisco.

Los más pequeños, “personas descartadas, marginadas, oprimidas, discriminadas, abusadas, explotadas, abandonadas, pobres y sufrientes” claman a Dios, “pidiendo ser liberados de los males que los afligen”, dijo el papa en su homilía del 8 de julio, durante una Misa conmemorando el sexto aniversario de su visita a la isla de Lampedusa, en el sur del Mediterráneo.

“¡Son personas, no se trata solo de cuestiones sociales o migratorias! No se trata solo de migrantes, en el doble sentido de que los emigrantes son antes que nada seres humanos, y que hoy son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada”, dijo el papa.

Según cifras citadas por el Vaticano, aproximadamente 250 migrantes, refugiados y voluntarios de rescate asistieron a la Misa, que se celebró en el altar de la cátedra en la Basílica de San Pedro. El papa Francisco saludó a cada una de las personas presentes después de la Misa.

En su homilía, el papa reflexionó sobre la primera lectura del libro de Génesis en la que Jacob soñaba con una escalera que conducía al cielo “y los mensajeros de Dios subían y bajaban sobre ella”.

A diferencia de la Torre de Babel, que fue el intento de la humanidad de alcanzar el cielo y convertirse en dioses, la escalera en el sueño de Jacob fue el medio por el cual el Señor desciende a la humanidad y “se revela a sí mismo; es Dios quien salva”, explicó el papa.

El Papa Francisco saluda a una inmigrante con su hijo en brazo durante la misa del 8 de julio de 2019 en la Basílica de San Pedro en el Vaticano para conmemorar el sexto aniversario de su visita a la isla de Lampedusa. (CNS/ Vatican Media)

“El Señor es un refugio para los fieles, que lo invocan en tiempos de tribulación”, dijo. “Porque es precisamente en esos momentos que nuestra oración se vuelve más pura, cuando nos damos cuenta de que la seguridad que ofrece el mundo tiene poco valor y solo Dios permanece. Solo Dios abre el cielo para aquellos que viven en la tierra. Solo Dios salva”.

La lectura del Evangelio de San Mateo, que recuerda a Jesús curando a una mujer enferma y resucitando a una niña de entre los muertos, también revela “la necesidad de una opción preferencial para los más pequeños, aquellos a quienes se les debe dar la primera fila en el ejercicio de la caridad”.

Ese mismo cuidado, agregó, debe extenderse a los vulnerables que huyen del sufrimiento y la violencia solo para encontrar la indiferencia y la muerte.

“Son los últimos engañados y abandonados para morir en el desierto; son los últimos torturados, maltratados y violados en los campos de detención; son los últimos que desafían las olas de un mar despiadado; son los últimos dejados en campos de una acogida que es demasiado larga para ser llamada temporal,” dijo.

El papa Francisco dijo que la imagen de la escalera de Jacob representa la conexión entre el cielo y la tierra que está “garantizada y accesible para todos”. Sin embargo, subir esos pasos requiere “compromiso, esfuerzo y gracia”.

“Me gustaría pensar, entonces, que podríamos ser nosotros aquellos ángeles que suben y bajan, tomando bajo el brazo a los pequeños, los cojos, los enfermos, los excluidos: los últimos, que de otra manera se quedarían atrás y verían solo las miserias de la tierra, sin descubrir ya desde este momento algún resplandor del cielo,” dijo.

La compasión hacia los inmigrantes y refugiados que el papa pidió se hizo menos de una semana después de un campo de detención de inmigrantes en Trípoli, Libia, fuese bombardeado durante un ataque aéreo. El gobierno de Libia culpó al Ejército Nacional de Libia, liderado por el general militar renegado Khalifa Haftar.

Según la cadena de televisión panárabe Al-Jazeera, el ataque aéreo mató a casi 60 personas, en su mayoría migrantes y refugiados de países africanos, incluidos Sudán, Etiopía, Eritrea y Somalia.

El papa Francisco denunció el ataque y dirigió a los peregrinos en oración por las víctimas el 7 de julio durante su discurso en el Ángelus.

“La comunidad internacional no puede tolerar hechos tan graves”, dijo. “Rezo por las víctimas. Que el Dios de la paz acoja a todos los difuntos y de asistencia a los heridos”.