CIUDAD DEL VATICANO (Por Junno Arocho Esteves/CNS)—. Así como lo hizo hace cientos de años desde una pequeña colina en Tepeyac, México, María acompaña a los caídos y a los humildes como una madre cuidando a sus hijos.
María “es mujer que camina con delicadeza y ternura de madre, se hace hospedar en la vida familiar, desata uno que otro nudo de los tantos entuertos que logramos generar y nos enseña a permanecer de pie en medio de las tormentas”, dijo el papa durante su homilía durante Misa en la Basílica de San Pedro el 12 de diciembre, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.
Entrando en procesión a la basílica vestido de blanco, el símbolo de la pureza, el papa Francisco llegó hasta la réplica de la tilma de san Juan Diego que lleva la imagen de María, quien se le apareció al santo indígena en 1531. El papa se paró ante la imagen, inclinándose reverentemente e incensando tres veces.
El papa reflexionó durante su homilía sobre la lectura del Evangelio de San Lucas, en el cual María visita apuradamente a su prima Isabel y después proclama “la grandeza del Señor”.
El papa dijo que María, a través de su Magnificat, le enseña a todos los cristianos, hombres y mujeres, no solo la importancia de alabar a Dios en medio de la alegría, sino también cómo acompañar y caminar con los demás.
Él añadió que desde las habitaciones de las casas y los hospitales hasta las celdas de las prisiones y las clínicas de rehabilitación, María continúa pronunciando aquellas palabras que le dijo a san Juan Diego: “¿No estoy aquí yo, que soy tu madre?”.
“En la escuela de María aprendemos a estar en camino para llegar allí donde tenemos que estar: al pie y de pie ante tantas vidas que han perdido o le han robado la esperanza”, dijo el papa.
Él continuó diciendo que María también le enseña a sus hijos que los problemas no se resuelven con respuestas inmediatas ni soluciones mágicas ni a través de “promesas fantásticas de un seudo-progreso que, poco a poco, lo único que logra es usurpar identidades culturales y familiares”.
En cambio, los cristianos aprenden de ella la verdadera alegría que viene de amar a Dios y al prójimo incondicionalmente y custodiar “el sentido de Dios y de su trascendencia, la sacralidad de la vida” y el respeto por la creación, dijo el papa.
Añadió que María enseñó la humildad elevando a personas humildes, como San Juan Diego, dándoles una voz y “haciéndolas protagonistas de esta, nuestra historia”.
El papa Francisco dijo que “en María el Señor desmiente la tentación de dar el protagonismo a la fuerza de la intimidación y del poder” y en vez le da dignidad a aquellos que han sido descartados.
“El Señor no busca el aplauso egoísta o la admiración mundana. Su gloria está en hacer a sus hijos protagonistas de la creación”, dijo el papa. “Con corazón de madre, (María) busca levantar y dignificar a todos aquellos que por distintas razones y circunstancias fueron inmersos en el abandono y el olvido”.