Doylestown, Pensilvania—. Más de 2.000 miembros del movimiento Cursillo de Brooklyn y Queens participaron en la ‘ultreya’ o peregrinación al Santuario Nacional de Nuestra Señora de Czestochowa en Doylestown, Pensilvania, el sábado 10 de junio.
“‘Ultreya’ significa seguir adelante”, dice Hilda Cerrero, cursillista de la parroquia Santo Niño Jesús, de Richmond Hill. “Es una palabra usada por los peregrinos cuando hacían el Camino de Santiago en España. Solían saludarse unos a otros diciéndose: ¡Ultreya! A lo que el otro respondía ¡suseya!, como un amanera de darse aliento para seguir adelante. Ese es el significado de la palabra ultreya “.
Masiva 'ultreya' al Santuario de Nuestra Señora de Czestochowa en Doylestown
El director de Nuestra Voz, Jorge I. Dominguez-López conversa con Anchor Liz Faublas, presentadora del programa de noticias Current News de NET TV sobre la masiva #ultreya del Movimiento de #Cursillos de nuestra Diocese of Brooklyn en el Santuario Nacional a la Virgen de Czestochowa en Pensilvania.
Posted by Nuestra Voz on Tuesday, June 12, 2018
Según Cerrero, ultreya tiene un significado especial para los miembros del movimiento. “Cuando los Cursillistas nos reunimos, lo llamamos una ultreya. Tenemos esas reuniones todas las semanas en nuestras parroquias, pero hoy todos venimos a reunirnos en esta ultreya en el hermoso santuario de Nuestra Señora de Czestochowa”.
Los Cursillistas viajaron dos horas en 40 autobuses desde Brooklyn y Queens hasta Doylestown, Pensilvania, para un día de oración y celebración. La amplia iglesia principal estaba a máxima capacidad en la misa de las 11:30 a.m. celebrada en español por Mons. Octavio Cisneros, Obispo Auxiliar de Brooklyn. Once sacerdotes concelebraron la Eucaristía con él, asistidos por cuatro diáconos.
Fundadores de la pastoral hispana
El movimiento Cursillo ha sido el buque insignia del ministerio pastoral hispano en la diócesis durante medio siglo.
“Comenzó con los puertorriqueños, a los que luego se sumaron los dominicanos, y ahora con los ecuatorianos, los mexicanos, los colombianos, la gente de todas partes”, explica Mons. Cisneros. “Cuando no existía una pastoral hispana en la diócesis, el Cursillo estaba en las casas, en las calles, atrayendo gente.
“Ahora tenemos más grupos, otros movimientos encargados de la evangelización, pero también tenemos más inmigrantes que llegan, y que necesitan el ministerio, la presencia de un laico que les ofrezca lo que tantos necesitamos, una mano de ayuda, y la esperanza de que solo Cristo nos puede dar “, dijo.
Durante su homilía a los Cursillistas, Mons. Cisneros reflexionó sobre el hecho de que el 9 de junio es la fiesta del Inmaculado Corazón de María, y junio el mes del Sagrado Corazón de Jesús.
“El corazón es el símbolo del amor, pero también simboliza todo lo que es importante, lo que nos duele, nos entristece, todo aquello que nos hace seres humanos”, dijo Mons. Cisneros. “Al celebrar esta fiesta del Inmaculado Corazón de María, no puedo dejar de señalarles cómo debemos unirnos a los corazones de María y Jesús, y cómo en nuestra propia vida encontramos el regocijo del Cursillo, la alegría de nuestra fe, de conocer a Jesús, pero sin olvidar el dolor y las penas que también cargamos en nuestros corazones”.
Uno de los concelebrantes fue Mons. Perfecto Vázquez. A los 85 años, el director espiritual del movimiento Cursillo en la diócesis es una de sus fuerzas impulsoras.
“Es una alegría ver a tantos Cursillistas juntos, especialmente por su compromiso. El objetivo de pertenecer al movimiento de Cursillo es convertirnos en mejores cristianos. Y esta meta es la que los anima a dedicarse más al movimiento “, explica Mons. Vázquez.
Al final de la misa, Mons. Cisneros rindió homenaje a Mons. Perfecto. “Desde su jubilación ha estado trabajando más que nunca”, explicó el obispo. “Podría haber sido elegido pasar tiempo descansando y disfrutando los deliciosos vinos y quesos de su natal Galicia, pero prefirió seguir trabajando incansable por la evangelización de los hispanos y por su amado movimiento de Cursillos”, dijo. Sus palabras fueron cerradas por una fuerte ovación de aprobación de los miles de fieles presentes.
Después de la misa, los Cursillistas compartieron un picnic masivo en los espaciosos terrenos del Santuario. En las docenas de mesas plegables bajo los árboles se podía encontrar la más amplia variedad de platos y golosinas de la rica cocina latinoamericana que cualquiera pueda imaginar. Mientras los adultos compartían comida e historias, los niños jugaban fútbol.
Reuniendo a la familia
“A veces necesitamos unir a toda la familia”, dice Fayez Salloum, director laico del movimiento. “Es por eso que tenemos dos eventos anuales con ese propósito: la Ultreya Diocesana, que se lleva a cabo en una parroquia en Brooklyn, y la Ultreya de Campo, como esta de hoy, cuando vamos a algún lugar fuera de la ciudad. Reunimos a las familias para pasar tiempo juntos, orar con nuestros hermanos, sentirnos como una gran familia “.
Hizo, de hecho, un día perfecto para una ‘Ultreya de campo’ en el santuario nacional, ubicado en Beacon Hill, con una magnífica vista de Peace Valley. El complejo del santuario incluye dos iglesias, un cementerio, una casa de retiros, un centro de visitantes y varios otros edificios y jardines en una propiedad de 170 acres de extensión.
Para Salloum, miembro de la parroquia de Santa Teresa, en Woodside, este fue el último gran evento de su mandato, ya que los Cursillistas elegirán un nuevo liderazgo el próximo mes.
En una comunidad abrumadoramente hispana, él es un caso atípico. “Soy el único libanés, el único cursillista árabe(parlante). Todos los demás son hispanos. Pero por la gracia de Dios, me eligieron para ser su director laico. Creo que lo hice lo mejor que pude. Terminaré (como director) a fines de este mes. Traté de dar lo mejor de mi por el movimiento”.
Estaba obviamente satisfecho con el último evento de su mandato y no solo por la impecable organización y el clima perfecto. “La misa de hoy fue hermosa, se podía sentir la presencia de Dios en los rostros de la gente, en el coro, uno podía darse cuenta de que Cristo estaba presente”, dice Salloum.
“Este día es muy significativo para los cursillistas en la Diócesis de Brooklyn en muchos niveles”, añade Mons. Cisneros. “Primero por la alegría de reunirnos, la alegría de salir de Brooklyn para venir a este lugar en Pensilvania donde se honra a nuestra Madre Venerada, Nuestra Señora de Czestochowa, disfrutar la naturaleza, hacer un picnic, divertirnos fuera de la ciudad.
“Eso es a un nivel muy humano. Pero hay otro nivel, que es el de la peregrinación. Ellos han venido no solo para admirar los árboles, sino en busca de Nuestra Madre, a venerarla en su santuario en medio de esta atmósfera bucólica, y ser uno con ella al recibir la Sagrada Eucaristía.
“En otro nivel, también vienen para consolidar su compromiso con los valores que promueve el Cursillo, que es formar parte de una gran familia”.
Maribel Quintero, de la parroquia de San Atanasio, en Bensonhurst, y miembro del liderazgo a cargo de eventos especiales es un buen ejemplo de ese compromiso. Esta ultreya es el último evento que ella ha organizado para Cursillo.
“He estado trabajando sin parar desde las cuatro de la madrugada”, dice con una sonrisa. “Me encanta el movimiento Cursillo y haría cualquier cosa por él porque ha fortalecido mi fe en Jesucristo”.