Con gritos y pancartas de “Fuera Peña Nieto”, las multitudes inundaron la Plaza de la Constitución en la capital del país y los predios aledaños al Palacio Nacional donde reside el presidente. Ciudades como Guadalajara, Jalisco; Villahermosa, Tabasco y Cuernavaca, Morelos, entre otras, también fueron testigos del gentío de manifestantes exigiendo justicia social.
“Lo que detonó la bomba fue el aumento de la gasolina y por otro lado el aumento de sueldo desmedido y «bonos de productividad» que se autoasignaron los funcionarios públicos de casi todos los estados”, expresó Israel Ochoa, artista gráfico de Nuestra Voz, quien estuvo de visita recientemente en su tierra natal de Monterrey, al norte de México. Añadió que “hay un descontento y un hartazgo sobre los abusos del gobierno para con el pueblo”.
El aumento eleva el precio promedio de un litro de gasolina a casi un dólar. La conversión de cuatro litros por galón equivale al salario mínimo de un trabajador mexicano que gana unos 4 dólares al día.
“No me interesa el presidente, me manifiesto para defender mi bolsillo, tenemos que sobrevivir con lo mínimo y este aumento nos hace la vida imposible”, dijo Yolanda Bañuelos a la prensa que cubría la protesta de manifestantes que tomaron una gasolinera del centro de la capital.
Las protestas comenzaron a principios de 2017 y han dejado un saldo de por lo menos seis muertos, más de 1.500 arrestados y más de 1.000 negocios y tiendas saqueadas.
El blanco de las protestas es la reforma energética y las políticas económicas del presidente. A lo largo de la nación azteca se califica el incremento de “abusivo” y se señala que todo se debe a la “corrupción” en el gobierno de Peña Nieto que ahora negocia con el presidente Donald Trump los temas del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y la construcción del muro entre México y Estados Unidos.
“Espero que cada vez más la gente use su derecho a protestar en contra de las injusticias y espero que en las próximas generaciones de jóvenes crezca esa inquietud de estar informados y de no agachar la cabeza ante las leyes impuestas por esos criminales que tenemos como gobernantes”, concluye Ochoa.