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Milagros en vuelo

Los expertos en materia aeronáutica siempre han dicho que la aviación es el medio de transporte más seguro que existe. Afirman que las muertes registradas anualmente por cuenta de los accidentes aéreos no se acercan ni remotamente a las causadas por accidentes de tránsito. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, cada día cerca de 3.500 personas mueren en las calles y carreteras del mundo.

Claro, en un siniestro aéreo la cantidad de fatalidades es generalmente alta, ya que las aeronaves de servicio comercial tienen capacidad para 200 pasajeros como promedio. Y algunas pueden transportar hasta 525 personas, como es el caso del Airbus A380, el avión de pasajeros más grande del mundo, que actualmente utilizan aerolíneas como Air France y Emirates Airlines.

Muchas veces, tras conocerse la noticia de un siniestro, saltan a los titulares las historias de sobrevivientes que se salvaron ante lo que parecía una muerte inminente y en donde la palabra ‘milagro’ se menciona con frecuencia.

Vuelo 8250 de Aires – San Andrés (Colombia)

Aires1
Un avión destrozado en tres partes, con 131 ocupantes y 129 sobrevivientes: un verdadero milagro.

“¡El Aires cayó al mar, el Aires cayó al mar!”, gritaba la controladora aérea del Aeropuerto Internacional Gustavo Rojas Pinilla de San Andrés. Eso fue todo lo que dijo antes de colgar, mientras al otro lado del teléfono Julián Echeverri Valencia, Investigador de Accidentes de la Aeronáutica Civil, medio dormido aún, escuchaba y trataba de obtener más detalles sobre lo ocurrido.

Aquella noche del lunes 16 de agosto de 2010 las condiciones meteorológicas en la isla de San Andrés eran difíciles. A la 1:47 a.m. el Boeing 737-700 de la aerolínea Aires proveniente de Bogotá y con 131 ocupantes a bordo, se precipitó a tierra y su fuselaje se fragmentó en tres partes. Sobre la pista habían quedado esparcidas pertenencias de los pasajeros, sillas y restos del avión. No era difícil suponer que las pérdidas humanas serían numerosas, ya que, además de la caída, luego del accidente se produjeron dos incendios que fueron controlados por los bomberos aeronáuticos.

Biblia
Apenas arrugadas sus hojas pero aún completa: así fue encontrada una Biblia en uno de los trenes de aterrizaje.

Mientras varios pasajeros resultaron heridos con lesiones entre graves y leves, seis salieron ilesos del desastre. Las únicas víctimas mortales fueron María Camila Angarita, de 11 años, y Amar Fernández de Barreto, de 73.

El comité de investigaciones llegó al lugar ese mismo día en horas de la tarde. Se contemplaron diferentes hipótesis: una de ellas hablaba de cortantes de viento como causa probable, y otra indicaba que la causa del accidente podría haber sido las fuertes lluvias y una tormenta eléctrica. Sin embargo, ésta se desvirtuó rápidamente ya que las aeronaves de esta envergadura no se ven afectadas por causas meteorológicas como las registradas aquella madrugada en la isla.

El informe oficial de la investigación determinó que el accidente se debió a un error de la tripulación en la estimación de la altura debido a un efecto llamado agujero negro. Debido a esto, la nave tocó tierra 49 metros antes de llegar a la pista, en una depresión de 2 metros de profundidad, lo que hizo que la aeronave rebotara varias veces sobre la pista deteniéndose a 169 metros del punto de impacto y provocando la fractura de la estructura en tres pedazos.

Aires1“El primer día extrajimos las cajas negras y en los días siguientes analizamos los restos y tratamos de determinar la secuencia del impacto […] Estando en la inspección de los restos, entre los destrozos, la ropa de adultos y de bebés, las maletas tiradas en la pista, tratábamos de ubicar los motores y los trenes de aterrizaje. Recuerdo mucho que llegué a uno de los trenes de aterrizaje y vi una Biblia intacta y puestecita en los frenos del avión; el viento volteaba las hojas”, comenta Julián tratando de ilustrar aquella escena que lo marcó.

Uno se pregunta si alguien la puso allí; y la verdad es que no, porque la escena estuvo siempre muy custodiada. Enseguida yo grité a los extranjeros del comité: ‘¡una Biblia, una Biblia; esto es un milagro! Ellos se sorprendieron mucho y estuvieron de acuerdo conmigo”, concluye Julián.


Otras historias de sobrevivientes de accidentes aéreos

Ruben van Assouw (9 años en el momento del accidente; holandés): Único sobreviviente del accidente del avión de Afriqiyah Airlines que se precipitó a tierra cerca del aeropuerto de Trípoli, capital de Libia. Los otros 103 ocupantes murieron al momento del impacto o a causa del incendio desatado tras el accidente, incluyendo a los padres y el hermano de Ruben. Los hechos ocurrieron el 12 de mayo de 2010.

Bahia Bakari (13 años; francesa): La pequeña viajaba con su madre el 30 de junio de 2009 en un avión de Yemenian Airlines cuando éste se desplomó en el océano Índico con 153 personas a bordo. Bahia se aferró a una pieza del fuselaje y luego se quedó dormida pese al dolor que sentía en su cara y su cadera. Cuando despertó, creyó que, tal vez por inclinarse tanto para ver cómo aterrizaba el avión, se había caído por la ventana. Pensó que su madre estaría muy preocupada por ella en el aeropuerto. No sabía aún que su madre era una de las víctimas mortales del siniestro del que solo ella logró sobrevivir. Sin saber nadar muy bien y sin chaleco salvavidas, finalmente fue rescatada 13 horas después por un pescador de la zona. Bahia, llamada también ‘la niña milagro’ por la prensa, escribió un libro. Sobrevivió el segundo accidente más letal de la historia en el que haya habido un solo sobreviviente, según la organización Aviation Safety Network.