María Victoria Velásquez nació en Medellín, Colombia. Llegó a Nueva York en enero de 2015 con su esposo, Diego Betancourt, y sus hijos Juan Fernando y Victoria Andrea.

La familia Betancourt nunca tuvo la idea de abandonar su país. Vivían en Cali y les iba bien. Tenían dos clínicas de estética de gran trayectoria y reputación, no les faltaba trabajo. Su hijo menor estaba en el colegio y su hija cursaba estudios de medicina en una prestigiosa universidad.

Sin embargo, todo cambió y se vieron obligados a dejar su país por problemas de seguridad. Actualmente los cuatro se encuentran en un proceso de asilo. Ellos conocen bien el significado de la palabra emprendimiento, pues no solo tuvieron que empezar de cero en un país extraño por el bien y la seguridad de la familia, sino que además recientemente han abierto un spa en Elmhurst, Queens.

No fue un proceso fácil: no se trata simplemente de abrir las puertas de un local y ofrecer un servicio. María Victoria tuvo que cumplir con ciertos requisitos para obtener la licencia que hoy le permite realizar procedimientos estéticos no invasivos.

Victoria Spa abrió sus puertas al público a mediados del pasado mes de junio. “Decidimos abrir el negocio porque vimos la oportunidad de tener un desempeño laboral y profesional”, afirma Diego, quien ayuda en la administración del negocio.

El spa ofrece terapias, tratamientos y tecnología que están a la vanguardia de los últimos avances en el campo estético. Los clientes pueden recibir tratamientos de limpieza, hidratación y relajación, estimulación de la producción de colágeno, tratamientos contra las manchas, el acné y la flacidez del cutis, así como terapias de rejuvenecimiento para el rostro y el cuello.