La visita del papa Francisco a Estados Unidos y, en especial, a Nueva York ha creado una gran expectativa entre los católicos que vivimos en este país. Nuestra Voz reunió algunos testimonios de religiosos y religiosas de la diócesis de Brooklyn sobre lo que esperan de la visita del primer papa latinoamericano a Estados Unidos.
Monseñor Octavio Cisneros, obispo auxiliar de Brooklyn y vicario de Asuntos Hispanos
El Santo Padre tiene en la ciudad de Nueva York cuatro encuentros importantes. Su visita a las Naciones Unidas es una oportunidad para hablar al mundo de temas como la justicia y los derechos humanos, asuntos que nos incluyen a todos y en los que es muy importante escuchar la voz de la Iglesia en ese organismo.
Por otra parte, será un momento muy especial con él en la Catedral de San Patricio, porque allí nosotros, como sacerdotes, y otros hermanos y hermanas que siguen la vida consagrada, podremos tener un encuentro con el Vicario de Cristo, escuchar su palabra y alentarnos en nuestra vida ministerial y en nuestro apostolado.
Su visita a la Zona Cero también es una demostración de la unión de la Iglesia con todo el que sufre, con el dolor de tantos que fallecieron en ese sitio, de sus familiares y de toda la ciudad de Nueva York, que aún experimenta gran tristeza en el monumento de la Zona Cero. Allí Su Santidad se encontrará con diferentes líderes religiosos y será un momento significativo en el que el mensaje es que todos estamos unidos en la misma humanidad y que todas las religiones debemos trabajar en la unidad como seres humanos que somos.
Cuando visite las secciones pobres del Alto Manhattan, su misma presencia hablará, como siempre nos habla, de los menos favorecidos, de la importancia de acercarse a las periferias donde están los marginados y la dignidad que merece todo ser humano sin importar el color de su piel o sus creencias.
Y claro, un momento de unidad para todos los católicos será en el Madison Square Garden, cuando se celebre la Eucaristía. Será el punto culmen de su visita a Nueva York, porque es allí donde encontramos al Señor y la gracia que nos ofrece en el Misterio de la Cruz.
Monseñor Paul Sánchez, obispo auxiliar de Brooklyn
Es la primera vez que un papa va a dar un discurso ante el Congreso en Washington y su mensaje en las Naciones Unidas será una gran oportunidad para hablar de la paz en el mundo.
Yo tuve el privilegio de conocerlo en abril del año pasado en una audiencia antes de la canonización de San Juan Pablo II y San Juan XXIII. Esa audiencia fue en la Plaza de San Pedro el miércoles antes de las canonizaciones. Allí había un grupo de obispos que tuvimos la oportunidad de saludar al Santo Padre y, tal como siempre es, él me recibió con mucha bondad y yo le dije ‘gracias por su servicio a la Iglesia Universal’ y me contestó ‘rece por mí’, así como lo pidió a todos el día de su elección. Para mí ese fue un momento especial y puedo decir que estoy feliz porque ahora él estará tan cerca a tantas personas en esta ciudad, donde tantos hablan bien de él y de su mensaje.
Yo creo que él hablará, en términos generales, sobre los principios del trato a los inmigrantes como seres humanos, no solo en Estados Unidos, sino en África, Europa y en todo el mundo. Algo emocionante para mí fue cuando él visitó el puerto de Lampedusa en Italia, donde llegan inmigrantes africanos y europeos. Yo creo que así él dio a conocer esta problemática e incluso nombró cardenal al obispo de Lampedusa para enviar un mensaje al mundo de que se encuentre la forma de recibir y dar buen trato a los inmigrantes.
Padre Félix Herrera, vicario de la parroquia de Santa Juana de Arco
Como un sacerdote de 28 años de edad y con solo un año ordenado, yo veo este viaje muy importante para nuestra ciudad, para nuestro país y también para mí personalmente. También siendo latinoamericano, por parte de mis padres, yo veo este viaje aún más importante porque muchos feligreses en Estados Unidos son de América Latina y para ellos ver un papa de su cultura y que habla su mismo idioma es algo fascinante.
Como vemos en nuestra ciudad de Nueva York, la cultura hispana sigue creciendo día tras día. Para mí personalmente es un gran orgullo saber que el papa Francisco viene a nuestra ciudad porque así puedo aprender de él para convertirme en un sacerdote que ayuda a su comunidad hispana.
El Papa tiene mucho para enseñarnos. Como sacerdote, lo que el Papa me ha enseñado es que tengo que ser muy compasivo con la gente en todos los caminos de la vida. A veces nos olvidamos de aquellas personas que viven con carencias, especialmente en nuestra ciudad; nos olvidamos de esas personas que buscan a Jesús, pero a las que nadie brinda ayuda.
Para este Papa, que siempre habla de los pobres y de la misericordia, venir a Nueva York es una oportunidad para que todos nosotros podamos dar más a los que necesitan. Él en verdad es un ejemplo del sacerdote que algún día yo quiero ser. Para mí, ver que el Papa viene a Nueva York es muy especial porque yo era solamente un seminarista cuando el papa Benedicto XVI vino en 2008. Recuerdo el mensaje que él nos dio sobre no perder la fe en Dios. Ahora el Papa Francisco nos pide lo mismo, pero también de no olvidar la compasión y misericordia para los demás, algo que yo siempre enseño y vivo cuando encuentro al que sufre y busca en mí a Jesús. La compasión y misericordia es lo que más valoro del Papa y ese es mi deseo de vivir mi sacerdocio con fe, paz, amor y misericordia.
Padre Carlos Quijano, párroco del Santísimo Sacramento
Que el papa Francisco nos visite en Nueva York es un hecho de mucha importancia histórica y eclesial. Viene a confirmarnos y animarnos en la fe y de esa manera anunciar, desde nuestros compromisos y horizontes, el evangelio de Jesucristo Liberador.
Viene a lo que se considera, como antes lo fue Roma, la capital del mundo, para consolarnos y guiarnos sobre cómo ser mejores cristianos y cristianas, hombres y mujeres para los demás.
Y el hecho de que sea un papa latino y jesuita es una doble alegría, puesto que podrá comunicarse más fácilmente y sin el filtro de la traducción con millones de hermanos nuestros procedentes de toda América Latina que han escogido vivir en esta área geográfica.
Viene Francisco después de escuchar y convivir con el pueblo de Cuba para, de ese modo, resaltar la importancia que representa la normalización de las relaciones diplomáticas y comerciales con ese pueblo hermano.
El mensaje positivo y esperanzador de esa visita apostólica puede ser mejor integrado si sabemos discernir sus palabras y si lo escuchamos con atención y humildad. La clase política en Washington puede y debe escuchar ese clamor, ahora expresado seguramente por Francisco, por una reforma migratoria integral, para que cese la práctica inhumana de encarcelar madres y niños inmigrantes y, sobre todo, que aprendamos a convivir como una sola familia sin promover divisiones raciales o lecturas extremistas o excluyentes para este gran país.
Desde el Congreso se puede legislar por la paz y la reconciliación y no escoger, por beneficio electoral, perpetuar la guerra y la injusticia. Y a nosotros, los latinos, el Papa puede animarnos a salir de la carcasa o modelo de una piedad tradicional y alienante y hacernos artífices de comunidades vivas, promotoras del Evangelio de Jesucristo: ¡un Evangelio de vida y esperanza para todos!
Ahora una nota simpática y personal, y es que seguramente con Francisco se confirma que Dios es latino pero de manera especial argentino. ¡Ahora tenemos un papa argentino y al mejor jugador del mundo, Leo Messi, también argentino!
Padre Carlos Prieto, vicario de la parroquia de Corpus Christi
Yo creo que la expectativa ante la visita papal es muy importante sobre todo para los millones de católicos que habitan en este país, los cuales son cerca de 65 millones, una cifra que no es oficial.
Creo que será vital su visita a una Iglesia que sigue recuperándose de los escándalos de abusos sexuales que afectaron al clero católico, causando tantas heridas en el seno de la misma Iglesia y despertando duras y válidas críticas en el seno de la sociedad.
Los católicos, y quizá la mayoría del pueblo de norteamericano, necesitamos oír las orientaciones de su Santidad respecto a temas de carácter moral, ético y social que se están barajando en esta sociedad: el aborto, las uniones civiles, el “matrimonio” entre homosexuales, los métodos anticonceptivos y la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo. Pues son temas que giran en torno a la familia, que es lo que motivó en un principio su viaje.
Creo que todos deseamos escuchar las orientaciones del Papa Francisco sobre cómo dar más fuerza espiritual a la sociedad, o cómo crecer espiritual e individualmente en esta sociedad, con semejante crisis moral-ética, al menos desde el punto de vista de la fe.
El hecho de que sea un Papa latino, le da un “valor agregado” a su visita. Aquí en Nueva York hay miles o quizá millares de latinos, y no se diga a lo largo del país. Por lo tanto, la expectativa es que en algunas oportunidades hable en español y dé algún mensaje directo y claro a la población latina. Esto será increíble, en medio de una comunidad inmigrante con grandes problemas de discriminación y pobreza, porque sus palabras, vista su cercanía cultural, será para la comunidad hispana un aliciente, una voz de aliento y esperanza.
La población hispana, en cierta manera, ha revitalizado a la iglesia norteamericana y la visita Papal les ayudará a sentirse más acogidos por la Iglesia y a sentirse protagonistas de “primer orden” en la comunidad eclesial. Esta visita les animará a sentirse que son parte clave en la iglesia norteamericana.
Madre María Bendita, religiosa del Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará
Cada visita papal trae gracias especiales al país que lo recibe. Creo que su sola presencia nos ayuda a profundizar en las palabras del Señor: “En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros” (Jn 13, 25). Amor que demostramos en primer lugar en el “Cristo que pasa” junto a nosotros cada día.
Ciertamente al Papa se le ama por sí mismo, por ser para nosotros el “Dulce Cristo en la tierra” y así lo espero, con fe y alegría. En esta ocasión además, siendo argentina, considero una gracia el haber nacido y vivido en una ciudad que ha brindado un papa al servicio de nuestra Santa Iglesia.
Padre Anthony Francis Rosado, vicario de la parroquia de San Fidel
Hemos recibido a otros papas en esta ciudad, pero esta será la primera vez que recibirá a uno que conoce la experiencia del inmigrante, como nosotros, los que vivimos aquí. El espíritu del inmigrante no describe sólo a los que se han mudado a otro país, sino a todos los que se hallan entre dos mundos. ¿Qué lo refleja más que nuestra cultura latina? Y cuánto más en Nueva York, que ha sido por siglos el centro para el inmigrante y para la mezcla de todas las culturas.
Ahora, con su visita a Nueva York, tendremos a un Papa que comparte con todos los latinos aquel espíritu del inmigrante en la ciudad que vive por ese mismo espíritu. El papa Francisco ya muestra, tan sólo con su presencia aquí, que el inmigrante es un símbolo de nuestra fe, ya que todos los cristianos somos inmigrantes peregrinos luchando entre la vida del mundo y la vida de los cielos. Sin que hable una sola palabra, su presencia ya será la esperanza para todos nosotros que luchamos entre dos mundos: en Nueva York y en todas partes.
Diácono Jorge Castillo, asistente especial de monseñor Octavio Cisneros
La visita del Santo Padre a la ciudad de Nueva York significa un nuevo cambio, un cambio de mentalidad, de manera de actuar, con el mensaje que él traerá, un cambio de corazones y de actitudes.
Sabemos y confiamos en que sus mejores testimonios, sus mejores y más profundas palabras, serán en español, no solo por el hecho de que él mismo es latino sino por la cantidad de hispano-americanos que vivimos en esta ciudad. Él nos traerá un mensaje de esperanza y de fe para un futuro mejor.
Definitivamente él, aunque no va a mencionar nombres en particular, nos hará entender y discernir sobre el futuro político, sobre la importancia de las decisiones que como hispanos debemos enfrentar el año entrante eligiendo un nuevo gobierno.