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Nueva directora ejecutiva de Elmhurst Hospital cambia el mundo cuadra a cuadra

Ningún distrito de la ciudad de Nueva York quedó ileso ante la crueldad del COVID-19, pero Queens ha sido el lugar que más muertes ha sufrido, particularmente el vecindario de Corona.

El departamento de salud de la ciudad informó que 9,694 personas contrajeron la enfermedad en el código postal 11368 y murieron491. El número promedio de mortalidad a causa del COVID en la ciudad, por código postal, es de 295 muertes, según muestran los datos del departamento de salud.

Helen Arteaga Landaverde, de Corona, administradora de salud pública desde hace mucho tiempo, fue hospitalizada por la enfermedad, pero sobrevivió.

En febrero, se convirtió en la nueva directora ejecutiva de la vecina NYC Health + Hospitals / Elmhurst; el centro médico más grande de Queens y el mismo hospital que la trató cuando estuvo ingresada por COVID-19.

“Los increíbles médicos de este hermoso edificio me salvaron la vida”, dijo. “Entonces, entiendo lo que la pandemia le ha hecho a nuestra comunidad, a nuestras familias y a nuestros empleados. Pude vivirlo en carne propia en todos los niveles. Y para mí, conociendo esa experiencia, siento que Dios tenía un plan”.

“Podemos arreglar esta cuadra”

Arteaga, de 45 años, ha sido miembro de por vida de la parroquia Nuestra Señora de los Dolores (Our Lady of Sorrows), en Corona.

Se graduó de su academia católica y se casó con su esposo, Víctor, en la iglesia. Sus tres hijos, Victorluis, de 13, Moses, de 8 y Victoria, de 5, también se bautizaron allí.

Como directora ejecutiva, Arteaga dirigirá la lucha continua del hospital para prevenir una “tercera ola” de COVID-19 y la preparación para futuras pandemias.

Arteaga aporta a este trabajo más de 20 años de experiencia mejorando la salud pública en Queens. Fue cofundadora del Centro de Salud Familiar Plaza del Sol, en junio de 2009, una labor de amor inspirada por su padre, quien murió a la temprana edad de 43 años, en 1998.

“Mi papá, Luis, era un activista comunitario”, dijo. “Ni siquiera sabía qué era eso. Todo lo que le importaba era ayudar al prójimo. Y así lo hizo. Siempre que alguien necesitaba su ayuda, él estaba dispuesto”.

Arteaga dijo que su padre, un inmigrante de Ecuador, era eficaz porque nunca permitió que todos los problemas del mundo le impidieran resolver los problemas que lo ocupaban.

“Él siempre tuvo claro que no podemos cambiar el mundo, pero sí podemos arreglar esta cuadra”, dijo. “Puedes limpiar la calle y darle las buenas tardes a tu vecino. Si tu vecino necesita ayuda, estás ahí para ayudarlo”.

El padre Manuel Rodríguez se hizo párroco de Our Lady of Sorrows en junio. Desde entonces, ha llegado a conocer al padre de Arteaga por su reputación histórica, especialmente por cómo se hizo amigo del entonces párroco Mons. Thomas Healy y se asoció con él para ayudar a la comunidad.

“La fe siempre ha sido un valor definitorio, tanto para su familia como para ella”, dijo el padre Rodríguez. “Su padre era en realidad uno de los líderes parroquiales mientras estuvo involucrado en la comunidad”.

Arteaga dijo que su padre y Mons. Healy abordaron la violencia de las pandillas locales mediante el diálogo.

“Se reunieron con pandilleros”, recordó. “Y les dijeron: ‘Miren, este es nuestro vecindario; este es tu barrio. Si van a vender drogas, no las vendan aquí”.

“Y, curiosamente, los pandilleros escucharon. Entonces mi papá confió: “Hablemos de eso. Encontremos un camino. Y creo que en ese momento aprendí mis lecciones más importantes”.

Un ángel salvavidas

El padre de Arteaga murió cuando ella era estudiante de segundo año en la Universidad de Nueva York. Posteriormente obtuvo una maestría en salud pública de la Universidad de Columbia. Actualmente, está cursando un doctorado, también en salud pública, de la City University of New York.

Después de la muerte de su padre, Arteaga luchó por encontrar un rumbo, pero los recuerdos de él la llevaron a su lección de “puedes arreglar esta cuadra”.

“Fue así como nació Plaza del Sol”, dijo.

El centro de salud familiar está ubicado en la calle 108, a pocos pasos de Our Lady of Sorrows, en la avenida 37. Es uno de los 12 centros de atención médica operados por un proveedor con licencia federal Urban Health Plan, Inc.

Trabajando con su parroquia y otros líderes comunitarios, Arteaga se acercó a Paloma Hernández, presidenta y directora ejecutiva de Urban Health Plan, Inc., para ayudar a crear el centro.

Hoy, ofrece acceso a un personal bilingüe especializado en pediatría, medicina interna, nutrición y radiología.

El padre Rodríguez llamó a la Plaza del Sol “un ángel”.

“Es un ángel que salva vidas aquí en Corona”, agregó. “La gente va allí: cualquier persona, de la tercera edad, indocumentados, jóvenes y niños. Y sus brazos están bien abiertos para servir a cualquiera con amor, compasión y cuidado”.

“Abrimos con un equipo de 12 y 36 pacientes”, dijo Arteaga. “Ahora atendemos a 27.000 pacientes y tenemos un equipo de 120. O sea, cuando lo pones en perspectiva, no solo cambiamos una cuadra, cambiamos el código postal”.

Arteaga se dio cuenta de que era hora de pasar a otra cuadra.

“Participé en una recaudación de fondos”, recordó, “y alguien estaba hablando de inspiraciones y sueños. Me di cuenta de que había dejado de soñar un poquito. Y de nuevo, fue ese empujón extra como, ‘Helen, ya arreglaste esta cuadra. Tienes que ir a la siguiente’ ”.

Cuando se abrió la posición de Elmhurst, Arteaga se postuló y consiguió el puesto.

“Lo bueno de Elmhurst”, dijo, “es que Elmhurst es la Plaza del Sol, simplemente más grande, multiplicada por diez. El hospital de Elmhurst es mi próxima cuadra. Es inmensa, pero es muy emocionante”.

Y las cuadras más grandes conllevan compromisos mayores.

Por ejemplo, en los primeros días de la pandemia, Elmhurst se vio inundado de pacientes con COVID-19 de los vecindarios circundantes, incluido Corona.

Cuando Queens se convirtió en el epicentro de la pandemia, el hospital de Elmhurst fue “el punto focal de la nación”, según el presidente del condado, Donovan Richards, Jr. Él recordó imágenes inolvidables de los trabajadores de primera línea de Elmhurst, “trabajando día y noche para mantener a los residentes de Queens y sus seres queridos a salvo y fuertes”.

Richards agregó que Arteaga es la persona adecuada para dirigir Elmhurst.

“Helen es la funcionaria pública ejemplar y la heroína de la salud que Queens merece para hacer avanzar a Elmhurst”, dijo. “La oficina del presidente del condado de Queens está aquí para apoyarla a ella y a todo el equipo”.

No están solos en este camino

Arteaga sabe que necesitará ayuda. Ella ha destinado mejoras de capital por valor de US$ 30 millones para ayudar a todos, incluidos los pobres y los indocumentados.

“Algo que notará sobre Elmhurst: es enorme, pero su infraestructura es vieja”, dijo. “Tenemos que renovar y rediseñar nuestra sala de emergencias, nuestros quirófanos, nuestras unidades de cuidados intensivos, nuestras salas de trabajo de parto y maternidad”.

“Quiero que nuestros pacientes vengan y sientan que están entrando al mejor hospital que conocen”, añadió. “El hecho de que seas pobre no significa que tengas que ir a un lugar que parece pobre”.

En última instancia, Arteaga dijo que confiaría en la fe católica que aprendió en Our Lady of Sorrows.

A veces, dijo Arteaga, tiene ganas de decir: “Ay, no creo que pueda dar un paso más”.

Pero agregó: “Mi fe ha entrado y ha dicho: ‘Sí, puedes. Puedes dar un paso más por los pacientes, por la comunidad, por las familias y por uno mismo’. Eso los hace sentir que no están solos en este camino”.

“Y también me gusta sentir que Dios y mi papá se asoman a ver qué estoy haciendo, y me hablan indirectamente”.