Desde Roma

Orar como Moisés, interceder por el mundo

Desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, en una nueva Audiencia General el Santo Padre propuso continuar el itinerario catequético de la oración reflexionando sobre el modo de orar de Moisés, el gran mediador del Pueblo de Israel, a quien invitó a tomar como modelo para interceder por el mundo que está en crisis.

Dios llama a un “fracasado”

El Papa Francisco recuerda como el llamado de Dios llega al vida de Moisés casi en lo que podría parecer el peor momento de su vida, cuando era un fugitivo sin futuro, es ahí, cuando ya no tiene nada, cuando en el desierto “Dios convoca a Moisés a la revelación de la zarza ardiente.”

Moisés un hombres como nosotros

Moisés es consciente de sus límites, de sus miedos y de sus dudas y se las manifiesta a Dios. “La palabra que florece con mayor frecuencia en los labios de Moisés, en cada oración que dirige a Dios, es la pregunta: ¿por qué? ¿Por qué me enviaste? ¿Por qué quieres liberar a esta gente?”

“Y esto también nos sucede a nosotros: cuando tenemos dudas, pero ¿cómo podemos rezar? No tenemos ganas de rezar. Y es tanto por su debilidad, así como por su fuerza, que nos impacta.”

La elección de Dios y la conciencia de su debilidad lo hacen mantenerse siempre en esta doble tensión que le impiden renegar de Dios o olvidarse del pueblo.

Orar intercediendo

Francisco recuerda que las Sagradas Escrituras presentan a Moisés orando con las manos elevadas como signo de paternidad y mediación entre Dios y su pueblo. Dice el Papa: “Moisés no intercambia a la gente. No vende a su gente para una carrera. No es un escalador, es un intercesor: por su pueblo, por su carne, por su historia, por su pueblo y por Dios que lo llamó. Es el puente. Qué buen ejemplo para todos los pastores que deben ser “puentes”. Por esto, se llama pontifex , puentes. Los pastores son puentes entre las personas a quienes pertenecen y Dios, a quienes pertenecen por vocación”.

“Esta es la oración que los verdaderos creyentes cultivan en su vida espiritual. Incluso si experimentan las deficiencias de las personas y su distancia de Dios, estas oraciones no los condenan, no los rechazan. La actitud de la intercesión pertenece a los santos, quienes, a imitación de Jesús, son “puentes” entre Dios y su pueblo.” Concluyó el Pontífice.