EL PADRE MICHAEL LYNCH nació en febrero de 1961 en Nueva York. Creció en Manhattan donde estudió sus primeros años. Toda su familia es católica de origen irlandés y americano y él es el primero de ellos con vocación religiosa.
“En enero de este año fui a Irlanda por primera vez para reencontrarme con mis ancestros y a conocer más de mis raíces”, explica el padre Lynch.
Entre 1979 y 1983 estudió Inglés y Filosofía en el Immaculate Conception Centre de Douglaston; y un año más tarde hizo una maestría en Teología en la Ciudad del Vaticano, graduándose en 1989.
Su trabajo pastoral ha estado relacionado con asuntos ecuménicos e interreligiosos. Desde febrero de este año forma parte de la Junta Directiva del Interfaith Center of New York. Actualmente trabaja con la Diócesis de Brooklyn como vicevicario para Asuntos Ecuménicos e Interreligiosos.
“Desde siempre estuve envuelto en la vida parroquial y era parte esencial en mi ciclo de vida, así que un día supe que Dios me llamaba a servir más a la Iglesia. Cuando estaba en sexto grado en Santa Mónica, mi parroquia en Manhattan, el padre me dijo: «¿Alguna vez has pensado en ser sacerdote? Porque hay una escuela secundaria para chicos que quieren ser sacerdotes». Yo no lo sabía así que fui y fue así que todo comenzó, mi familia me apoyó mucho. Si el padre hubiera dicho, «Hay una escuela secundaria para aquellos niños que quieren ser bomberos», yo sería bombero, porque siempre supe que mi vocación estaba orientada al servicio”, comenta el padre Lynch.
Fue ordenado sacerdote el 25 junio de 1988 por monseñor Francis Mugavero, entonces obispo de Brooklyn, en la Catedral Basílica de St. James en Brooklyn.
Su primera asignación fue como vicario parroquial en Nuestra Señora del Santísimo Sacramento en Bayside en Queens. Luego fue asignado a la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Rodgewood también en Queens. Después fue a La Sagrada Familia en Canarsie en Brooklyn. Lo nombraron párroco de Nuestra Señora de la Presentación y Nuestra Señora de Loreto en East New York también en Brooklyn. Actualmente sirve como párroco a la comunidad de Nuestra Señora del Cenáculo en Richmond Hill en Queens.
Para el padre Lynch “lo mejor de ser sacerdote es poder tener una mejor relación con Jesús, una relación personal y ayudar a otros a ver cómo serían sus vidas si conocieran a Jesús”.
Sus hobbies son leer libros de historia y ficción, ver ballet, escuchar ópera, “me gustan las artes y voy cuando tengo la oportunidad. Esa es una ventaja aquí en Nueva York donde estamos más expuestos a las artes. No soy muy fan de los deportes, yo jugué hockey cuando era niño y hasta ahí. Apoyaba a los Chicago Blackhawks, ese era mi equipo”.