BAGDAD — Después de celebrar la misa dominical para 10.000 personas en Erbil, el papa Francisco se reunió el domingo con Abdullah Kurdi, el padre de Alan Kurdi, el niño que se ahogó en 2015 junto con su hermano y su madre, mientras intentaban llegar a la costa turca luego de que la embarcación en la que iban naufragara.
La oficina de prensa del Vaticano emitió un comunicado diciendo que los dos pasaron “mucho tiempo” juntos, y con la ayuda de un intérprete, el Papa Francisco pudo escuchar el dolor de este padre tras la pérdida de su familia.
El pontífice también pudo expresar la profunda participación de él y Dios en el sufrimiento de Kurdi, quien a su vez expresó su gratitud por las palabras de Francisco de cercanía a su tragedia y a la de todos los migrantes que “buscan comprensión, paz y seguridad, dejando su país a riesgo de sus propias vidas”.
El 2 de septiembre de 2015, el fotógrafo turco Nilüfer Demir tomó la imagen de un niño de tres años con camiseta roja y pantalón azul prusia, boca abajo, en la orilla del mar Mediterráneo. La fotografía apareció en las portadas de periódicos de todo el mundo.
En marzo de 2020, tres hombres turcos fueron condenados a 125 años de cárcel por su participación en el ahogamiento de Kurdi, cuya muerte se convirtió en un símbolo mundial del sufrimiento causado por la guerra siria y la crisis de refugiados europea que desencadenó.
Además de Alan, su hermano Galip y su madre Rihan, otros dos refugiados murieron cuando el bote que transportaba a 14 migrantes hacia la isla griega de Kos naufragó, unos cinco minutos después de salir de Turquía.
El padre es el único superviviente de la familia inmediata de Alan. Más de 3.600 refugiados murieron en el Mediterráneo en 2015.
La familia siria de origen kurdo huía de la violencia de la organización terrorista islámica ISIS por Turquía y Grecia, pero Canadá era su destino final.
El Papa Francisco estuvo en Erbil después de las últimas 24 horas de su visita apostólica a Irak. El domingo, antes de celebrar la misa y encontrarse con Kurdi, el pontífice había dirigido una oración por las víctimas de la guerra en Mosul, la capital del autoproclamado califato del ISIS, y se encontró con la comunidad cristiana en Qaraqosh, la ciudad cristiana más grande de Irak, todavía luchando por recuperarse de la ocupación de tres años de la organización terrorista que perpetró el genocidio contra cristianos, yazidíes y otras minorías, tanto en Irak como en Siria.