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Portugueses en Nueva York se suman a la celebración mundial

CUANDO ALGUIEN SE VA DE SU PAÍS, además de sus maletas lleva consigo ilusiones y algo a lo que no renunciaría jamás: su fe y sus devociones. Para los portugueses la Virgen de Fátima ocupa un lugar sumamente especial en sus corazones. Su devoción a ella es quizás su modo de agradecerle por escoger su tierra para sus sagrados propósitos. Ilda Canton

La devoción a Nuestra Señora del Rosario de Fátima empezó con la primera aparición a los tres pastorcitos el 13 de mayo de 1917 y para su última aparición, el 13 de octubre del mismo año, se reunió allí una multitud de 70 mil personas. Hoy se calcula que sus devotos en todo el mundo rodean los cuatro millones.

En Nueva York existe una gran comunidad portuguesa y buena parte de ella reside en las inmediaciones de la parroquia San Pio V, en South Jamaica, Queens. El padre Félix Sánchez es el administrador de esta parroquia y calcula que el 30 por ciento de sus feligreses son de origen portugués.

“Para la comunidad portuguesa es muy importante, ellos siempre tienen a Nuestra Señora de Fátima como estandarte y en todos los lugares donde hay comunidad portuguesa es una fiesta sumamente importante”, asegura el padre Sánchez.

“Nuestra Señora de Fátima es una devoción extendida por todo el mundo y claro toda nuestra comunidad está muy contenta especialmente por los cien años”, asegura el padre Félix quien resalta la trascendencia de la comunidad portuguesa a través de los años Ilda Canton nació en Portugal y forma parte de esta comunidad en Queens.

“¡Cien años! Esta es una ocasión maravillosa para nosotros. Yo recuerdo mucho las historias de mis abuelos que relataban lo que había pasado ya que uno de ellos vivía no muy lejos de donde todo ocurrió. Es algo asombroso”, dice Ilda, quien además forma parte del Comité de Nuestra Señora de Fátima en San Pio V.

“Estamos muy contentos y orgullosos de que dos de los tres pastorcitos sean canonizados”, dice Ilda conmovida por esta fiesta mundial que celebra que hace 100 años Nuestra Señora llevó su mensaje a tres humildes pastorcitos que han dado al mundo un ejemplo de oración, amor y penitencia para la reparación de los pecados de la humanidad.