Hace muy poco se celebró por primera vez la misa en la aldea de Ufingula. Una aldea que ha comenzado hace creo no más de un año, y los que van cada semana a dirigir la celebración de la palabra son los seminaristas y novicios. Está a tan solo tres kilómetros del centro de la parroquia, pero se trata de un pequeño poblado donde la mayoría son paganos. Entonces sucede que por más que estén cerca de la parroquia, no se acercan a rezar sino unos pocos. La manera de llevarles el evangelio es ir a donde ellos están.
Aprovechando que las hermanas compraron un terreno por esa zona, y que mucha gente se comenzó a avecinar cada vez que ellas iban a ver el terreno, o a cultivar alguna parte, comprendimos que sería muy bueno poder tener una comunidad allí. Las hermanas cedieron parte del terreno para improvisar esta capilla, y elegimos el nombre de “Sagrado Corazón de Jesús”.
Para comenzar una capilla, en realidad lo primero no es el edificio, como sabemos, sino la comunidad de fieles. Por eso los novicios comenzaron a juntar a la gente los domingos, y debajo de un gran árbol de mangos, se improvisó la capilla… con bancos de troncos, una cruz con palos… y listo. Es lo más parecido a las capillas que nosotros hacemos en los campamentos o convivencias, lo único que esta gente no está de campamento, sino que es así como están acostumbrados a comenzar todo, con mucha simplicidad. La dificultad siempre surge en el tiempo de lluvias, donde la celebración se puede ver interrumpida o suspendida por el clima.
Luego de un tiempo, y de ver la buena disposición de la gente, se pensó en comenzar la construcción de una pequeña capilla.
La gente se entusiasma y ayuda, pero los paganos sólo miran de lejos, esperando a que la iglesia se termine de construir… muchas veces temen que se les pida grandes contribuciones, así que no se acercan hasta que no ven la iglesia funcionando. Por eso mismo, la perseverancia de los pocos cristianos es muy importante, y para ellos es fundamental que los seminaristas y novicios vayan, pues son los que llevan adelante el espíritu de la comunidad.
Por tanto, no importa que a veces sean pocos, o que los que comienzan con fervor al tiempo lo abandonan, y otras mil dificultades más… No importa, porque los misioneros siempre están, con pocos o con muchos, con sol, con lluvia, o viento. Lo importante es que cada semana tienen la palabra de Dios, tienen una meditación sobre la misma, y se juntan a rezar. Es importante que cada semana los misioneros (seminaristas y novicios) están allí para enseñarles el catecismo a los niños. De esta forma ya han comenzado a bautizarse varios chicos, otros han recibido la primera comunión, y algunos comenzarán a prepararse para la confirmación.
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Ya tuvimos las Primeras Comuniones de este centro de Ibelansuha, y era hermoso y reconfortante ver tres o cuatro niños que venían impecables, caminando desde la aldea de Ufingula para recibir a Cristo en la Eucaristía por primera vez. Nuestros misioneros estaban orgullosos y felices por estas “primicias” de su apostolado.
Hace un dos meses, el 5 de diciembre, fue el p. Víctor a celebrar por primera vez la misa en ese lugar. La celebró debajo del árbol de mangos, con la participación de mucha gente. Algunos de ellos que ni siquiera son cristianos, pero se acercaron porque sabían que era algo importante. Organizaron una fiesta, con cantos y bailes, y alguna comida para todos, muy sencilla, pero que aquí es considerado un banquete.
A mediados de diciembre hemos comenzado la construcción de la capilla, gracias a la ayuda y generosidad de voluntarios que vendrán en enero desde Chile y Argentina. Ellos han hecho campañas, han juntado dinero, han pedido y hecho proyectos. Realmente se han movido muchísimo para lograrlo.
En previsión a esa ayuda, comenzamos a construir los cimientos, para que después los jóvenes voluntarios se dedicaran a preparar los bloques de cemento y levantar los muros. La gente está muy contenta de ver como va tomando forma su capillita, y esto nos da mucha esperanza de que los niños y ancianos, que no pueden caminar seis kilómetros debajo de un sol abrasador, puedan participar de las celebraciones cada semana, del catecismo, y de la vida de la iglesia.
Damos gracias a Dios por esto, y les pedimos oraciones a ustedes, para que podamos llevar a término todos nuestros proyectos de Ufingula, para que llevemos la fe a mucha gente, y vayamos los misioneros hacia ellos, a buscarlos. Les pedimos oraciones para que podamos recaudar todo el dinero necesario para esta iglesia, y por el viaje y voluntariado de estos jóvenes chilenos y argentinos que están con un gran entusiasmo de poder venir a nuestra misión de Tanzania.