¿Quién le lava los pies a un traidor? ¿Quién invita a un traidor a cenar? ¿Quién le guarda un asiento en su mesa a un traidor? ¿Quién alimenta a un traidor aun sabiendo que quizás no lo agradecerá? ¡Sólo Jesús!
El capítulo 13 del Evangelio según San Juan empieza de esta manera: “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Luego vemos que Jesús le lava los pies a sus discípulos (Juan 13:12-13), todo esto sabiendo que alguien lo iba a traicionar. “Y durante la cena, como ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el que lo entregara…”( Jn 13:2 )
Qué impresionante ver como Dios sigue amando aun sabiendo que iba a ser traicionando. ¿Seríamos nosotros capaces de hacer lo mismo ? ¿seríamos capaces de invitar a un traidor a cenar, lavar sus pies y amarlo hasta el fin? No creo, o sea, me cuesta creer que pudiéramos hacerlo. Para Dios no hay nada imposible, pero para un muerto sí lo hay, precisamente por eso necesitamos ser resucitados, sin la resurrección no sería posible. Jugamos a amar, pero no lo hacemos con la fuerza y pureza de Dios.
¿No es esto lo que Dios hace en cada Eucaristía? Él invita a los traidores a comer de su cuerpo y beber de su sangre. Pon atención en algo muy particular en la cena, fíjate que al único que Jesús dio pan fue a Judas. Muy contrario quizás a lo que esperamos al ir a la Iglesia, tal parece que sólo los fieles son alimentados y los traidores no asisten. Sin embargo, es totalmente lo contrario: todos en el templo somos traidores. La pregunta es: ¿cuál traidor eres? ¿eres Pedro o Judas?
Todos —absolutamente todos— somos traidores. Si el sacerdote dijera: “Sólo los fieles que no han fallado suban a recibir el pan”, temo que nadie fuera apto para recibirlo. La realidad es que Jesús alimenta a los traidores, ama a los traidores y lava no sólo sus pies sino sus vidas. Es ésta la experiencia de la Eucaristía. Llegamos reconociendo nuestra urgente necesidad de ser alimentados, porque sin su pan, sin su amor, sin su poder y misericordia, perdemos el rumbo, el sentido y la vida.
Pedro negó a Jesús pero experimentó lo que Judas no pudo. Quizás tú eres Judas y le fallas a Dios de manera intencional o quizás eres Pedro y le fallas por temor, miedo o simplemente por falta de fe. No importa por qué lo haces, cuándo lo has hecho o si lo vuelves hacer: en este tiempo de resurrección vuélvete a Dios, recibe su cuerpo, su amor y su perdón. No te vayas como Judas (Jn 13:30) a la oscuridad, sino que camina en la luz de Cristo. Ahí podrás vencer y permanecer, solo si así lo quieres. Jesús te ofrece hoy una nueva oportunidad, tómala, recíbela y acéptala, éste es un tiempo de mucha gracia, amor y misericordia.
Estaré orando por tu vida, por tu corazón y traición. Dios te ama como nadie puede y podrá, Jesús es la muestra de su amor puro. Recibe hoy su cuerpo y sangre. Lo necesitaras para permanecer. Créelo.