Biblia

Rosario, oración bíblica

Una señora dirige el rezo del rosario por las casas de católicos hispanos en Brooklyn. De vez en cuando, oye comentarios de protestantes acusándole: “Tu oración no es bíblica. Mejor, lee la Biblia”. Pero, ¿es verdad? ¿Tiene alguna relación el rosario con la Sagrada Escritura?

La respuesta es: Sí, tiene mucha relación. Y la mejor manera de comprobarlo es ver las partes del rosario y comprobar su total dependencia de la Biblia. Empezaremos con el avemaría, que se repite cincuenta veces en el rezo. A poco que lo examine, descubrirá que esta oración tiene dos partes: la primera es una alabanza y la segunda una petición.

Veamos. ¡Oh sorpresa! La primera parte está compuesta exclusivamente por dos textos bíblicos. Uno es el anuncio del ángel Gabriel a María y el segundo es la alabanza de su prima Isabel. Ambos tomados de la Biblia, Evangelio de Lucas, capítulo uno. Para mostrar mejor el sentido bíblico de la plegaria conviene examinarla palabra por palabra.

“AVE” (DIOS TE SALVE)

Palabra latina que puede tener varios significados: la alabanza al emperador romano en el circo; nuestro saludo, ‘buenos días’, ‘que tenga buen día’; el shalom hebreo de los bienes mesiánicos; deseo de alegría como hacían los profetas: ¡Grita de gozo, oh hija de Sión! El ángel usa esta alabanza profética para saludar a María: Alégrate.

LLENA DE GRACIA

Gracia es el don de Dios. Es la generosidad del Señor que se reparte a toda persona. Como dice el salmo: “¡Qué valiosa es tu gracia! Tu gracia es mejor que la vida”. Israel no fue elegido por sus méritos, sino por la gracia de Dios. Los apóstoles en sus cartas siempre desean a sus comunidades este regalo divino. “Tengan gracia y paz de Dios”. La Biblia termina con estas palabras: “Que la gracia del Señor Jesús esté con todos”.

EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO

Esta frase indica la presencia y apoyo de Yahvé. Dios siempre estuvo en medio del pueblo de Israel. Cuando el Señor le manda a Moisés ir contra el poderoso ejército, sintiéndose pequeño e impotente, le replica: “¿Quién soy yo para ir contra el Faraón?” Dios respondió: “Yo estoy contigo. Por si tuviera alguna duda, le repite la misma frase: “Yo estoy contigo”. David llegó a ser un rey poderoso, porque “Yahvé estaba con él”. Incontables son las citas donde se repite esta frase en la Biblia. Jesús envía a los temerosos apóstoles a predicar el reino de los cielos y les asegura: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia”. Una noche el Señor le dijo a Pablo en una visión: “No tengas miedo. Yo estoy contigo”.

BENDITA ERES ENTRE LAS MUJERES

Este saludo de santa Isabel es una reminiscencia de la alabanza de Judit y de las bendiciones patriarcales: “Hija mía, Judit, que Dios Altísimo te bendiga más que a todas las mujeres de la tierra”. “¡Bendita sea Yael, bendita sea entre las mujeres! Bendita sea entre las mujeres que viven en tiendas”.

¡BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE!

Parece que Isabel casi se asusta de su alabanza al preguntarse a sí misma: ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? ¿Reconoce usted la dependencia del rosario con la Biblia?