*Por Marietha Góngora V.
José Rafael Colón nació en San Juan de la Maguana (República Dominicana) en 1978 y es, junto a sus seis hermanos, hijo de Audilio Colón Santos, un militar, y Ana Felicia Rosario Pérez, una mujer que luchaba por la justicia y las causas sociales.
Ana Felicia, explica el padre Colón, luchó desde 1986 a 1996 por la recuperación de las tierras del Estado que estaban en manos de terratenientes. “Había una ley que decía que se le debería entregar una quinta parte de la tierra que estaba en poder de los terratenientes a las personas pobres. Gracias a esa lucha más de 400 familias lograron que el Estado les entregará tierras para trabajar y sostener a sus familias”, comenta el padre José Rafael.
De niño admiraba a los monaguillos y pronto se convirtió en uno de ellos. Su infancia la recuerda como una constante enseñanza en los valores de la fe y el orden que su padre les inculcaba. “Nos criamos con mucho cariño, mucha fe y devoción a la Santísima Trinidad”, dice el padre José Rafael, quien comenta que ella también era muy devota a San José y que en su honor bautizó así a todos sus hijos.
El 1996 un difícil momento marcó su vida. “A temprana edad quedamos huérfanos de madre, mis hermanos menores tenían apenas 13 y 14 años y a mis casi 19 años, me tocó asumir la responsabilidad de mis hermanos más pequeños porque los mayores ya estaban casados”, asegura el sacerdote quien solo un año más tarde perdería también a su padre.
“El día que mi madre falleció le hice una promesa a la Virgen del Carmen. Le dije que para ver a mi madre así, que si Dios la necesitaba en el cielo que prefería la llevara a Su lado, que Ella nos sirviera de madre aquí en la Tierra y que yo haría lo que Su hijo, Jesús, me pidiera”, dice el padre José Rafael quien recuerda que aquel día su madre los reunió junto a su cama para despedirse y encargarles a su papá. Al día siguiente ella hubiera cumplido 48 años.
Desde ese momento él trabajó en todo lo que podía. Lavaba carros, cocinaba y vendía empanadas, morcilla y chicharrón. “Yo era como un pequeño emprendedor, un pequeño empresario”, dice.
Un día que lavaba la ropa de sus hermanos y su padre escuchó en Radio María un anuncio que le cambiaría el futuro. “Dijeron que los muchachos de los grados décimo y once de bachillerato que quisieran conocer el seminario podrían ir el próximo fin de semana […] Yo tenía 19 años y recuerdo que le dije a mi papá y él me dijo ‘ni monja ni padre en esta casa, cuando yo lo llevé a la escuela por primera vez le preguntaron que quería ser y usted dijo que quería ser ingeniero civil”, recuerda.
Sin embargo, con los días su padre le dijo “yo no puedo negarle un hijo mío a Dios”, pero también le pidió que si era su decisión que lo asumiera con la mayor seriedad.
Seguía sirviendo como catequista, participaba de jornadas vocacionales en el seminario y en otros retiros espirituales. Su llamado se escuchaba cada vez más claro pero le preocupaba que sus hermanos menores tomaran mal camino, pues para entonces su padre acababa de fallecer. “En La Vega está el Santuario Nacional de Nuestra Señora de las Mercedes […] armamos una procesión de como veinte muchachos entre primos y unos hermanos”, afirma.
Aún recuerda que el rector del santuario le entregó una esquela con la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes y en su dorso se leía ‘no temas acobardarte yo te allanaré el camino y te haré fácil las cosas que te parecen difíciles’.
“Me fui en lágrimas en ese momento, el corazón palpitando y la cabeza que se me estallaba, yo dije no tengo nada más que confirmar. Voy a pedirte Virgen Santísima que si Dios me llama, me permita llegar al sacerdocio y si llego al sacerdocio que me permita morir siendo sacerdote”, recuerda.
En 1999 ingresó al Seminario Menor Santo Cura de Ars, donde realizó su año propedéutico, antes de ir al Seminario San Pío X. Después en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino adelantó sus estudios de filosofía. A finales de 2005 fue asignado maestro del seminario, para luego ir a servir como seminarista misionero a la Diócesis de Barahona, en la frontera sur del país que limita con Haití, donde estuvo seis meses.
En 2006 tuvo que poner en pausa su preparación y fue nombrado secretario de Monseñor Antonio Camilo González, entonces obispo de La Vega. “Mi trabajo consistía en asistirlo también como ceremoniero y ese año Dios me trajo aquí por un mes para celebrar la fiesta de la Altagracia. Siendo seminarista conocí unas setenta parroquias en Brooklyn y Queens”, comenta el religioso.
En agosto de 2007 regresó al seminario Santo Tomás de Aquino y obtuvo la licenciatura en Ciencias Religiosas en 2011. En julio de este año fue ordenado sacerdote para la Diócesis de la Vega. Después de su ordenación sacerdotal sirvió inicialmente como vicario y luego como párroco en diferentes parroquias en la Diócesis de San Juan de la Maguana y la Diócesis de La Vega y fue nombrado Asesor Diocesano de la Pastoral Juvenil.
En 2022 su superior le comenta que están necesitando sacerdotes misioneros para algunas diócesis, entre ellas la de Brooklyn. “En octubre de 2022 tomé un avión con mis libros como el Apóstol San Pablo y vine a la Diócesis de Brooklyn y Queens”, comenta el padre Colón, quien expresa gran felicidad, satisfacción y agradecimiento por servir desde entonces como vicario parroquial en la iglesia Nuestra Señora de los Dolores, una comunidad inmigrante, diversa y vibrante en Corona (Queens).