“Era un buen hombre lleno de fe y del Espíritu Santo”. Así describe San Lucas a Bernabé, en el libro de los Hechos de los Apóstoles 11,24. Él no fue uno de los doce elegidos por Jesucristo, sin embargo es considerado Apóstol por los primeros padres de la Iglesia, debido a la intensa misión apostólica que desplegó.
Por Hechos 4,36 sabemos quién fue: “José, llamado por los apóstoles Bernabé, que significa hijo de la exhortación, levita y originario de Chipre, tenía un campo; lo vendió, trajo el importe y lo puso a los pies de los apóstoles”. Es Bernabé quien presentó a Pablo a los apóstoles, cuando todos tenían temor de él, pues recordaban cómo había perseguido a los cristianos. Les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino. (Hechos 9,27).
Su influencia se extiende a la naciente comunidad cristiana de Antioquía, “exhortando a todos a permanecer unidos al Señor”. Para instruirlos, invitó a Pablo: “Partió para Tarso en busca de Saulo y lo llevó a Antioquía”. Allí permanecieron un año e “instruyeron a una gran muchedumbre”. La Palabra nos recuerda que fue en este lugar donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de “cristianos” (Hechos 11,22-30).
Los capítulos 13, 14 y 15 de los Hechos narran la misión de Pablo y Bernabé. El capítulo 13 cuenta cómo mientras oraban y ayunaban el Espíritu Santo les dijo: “Sepárenme a Bernabé y a Saulo para la obra que los tengo llamados”. Luego les impusieron las manos y los enviaron. Juan Marcos los acompañaba. Predicaron juntos en algunos lugares. Los gentiles también empezaron a escucharlos y “la palabra del Señor se difundía por toda la región”.
El capítulo 14 habla de cómo en Listra la gente empezó a verlos como a dioses. A Bernabé lo identificaron con Júpiter y a Pablo con Mercurio (Hermes), e inclusive les hubieran sacrificado toros, si los dos no hubieran convencido a la gente que todos debían volverse al “Dios vivo”. Habiendo sufrido persecuciones y castigos, Pablo le enseñó a Bernabé que “es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios” (v.22).
En el capítulo 15, 1-2 Bernabé y Pablo tuvieron una discusión con quienes decían que los convertidos debían circuncidarse. Comprendiendo que era un tema serio, discernieron que debían ir a Jerusalén para resolver este asunto con los apóstoles. Una vez allí, de acuerdo con toda la Iglesia (v.22), elegieron algunos hombres, a Judas (Barsabás) y a Silas, y los enviaron a Antioquía con Pablo y Bernabé para comunicarles su decisión. “Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponerles más que lo indispensable” (v. 28).
Más adelante se separaron debido a un desacuerdo entre ellos (v.39). Bernabé quería llevar a Juan Marcos, quien los había abandonado en una de las misiones, y Pablo no estuvo de acuerdo (v. 36-39). Los volvemos a encontrar juntos en 1 Corintios 9, 6: ¿O acaso sólo Bernabé y yo no tenemos el derecho a no trabajar?”; en Gálatas 2,1: “Después de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también a Tito”.
Se conoce poco de la vida posterior de Bernabé. Varias tradiciones lo representan como el primer Obispo de Milán, predicando en Alejandría, en Roma y en Chipre. La fiesta de San Bernabé se celebra el 11 de junio.