Conocida como “el lirio de los Mohawks” —tribu indígena de los Estados Unidos establecida en Ossernenon, hoy parte del estado de Nueva York—, su padre era el jefe de esta tribu y su madre pertenecía a la tribu de los algonquinos. Takekwitha quedó huérfana a los 4 años, cuando sus padres y un hermano murieron a consecuencia de una epidemia de viruela. Aunque sobrevivió a la enfermedad, quedó con la vista afectada y el rostro marcado por las cicatrices. Unos tíos se hicieron cargo de ella.
Takekwitha creció en un período de agitación, ya que los mohawks interactuaban con colonos franceses y holandeses que competían en el lucrativo comercio de pieles. Originalmente comerciaban con los holandeses, que se habían establecido en Albany y Schenectady, pero por conflictos con los franceses y las otras tribus, huyeron y restablecieron su Villa de Caughnawaga en otro lugar.
En esa época, desde Francia llegaron misioneros jesuitas quienes aprendieron las lenguas de los nativos y establecieron una misión próxima a ellos cerca de Auriesville. Tekakwitha, de 11 años, fue una de las evangelizadas. Su tío que se había hecho cargo de ella después de la muerte de sus padres se oponía a la conversión al cristianismo de la familia. Ya una de sus hijas lo había hecho y se había marchado a Kahnawake, una misión cerca del río Lawrence en Montreal, Canadá.
Cuando Tekakwitha cumplió 17 años, sus tíos trataron de arreglarle un matrimonio. De acuerdo a la costumbre, debía ofrecer un plato de maíz a la pareja escogida. Ella rehusó hacerlo y se escondió en el campo, lo que le costó maltrato, abuso verbal, recargo de trabajo y amenazas.
En la primavera de 1674 llegó a la villa el jesuita Jacques de Lamberville. Las mujeres estaban en los campos cosechando el maíz, pero Tekakwitha no había ido debido a una lesión en un pie. Le dijo al sacerdote que quería ser cristiana y que la instruyera. Tekakwitha fue bautizada a los 19 años el 18 de abril de 1676, día de la Pascua de Resurrección, con el nombre de Catherine en honor a Santa Catalina de Siena (Kateri es la traducción al mohawk de este nombre).
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Este mismo sacerdote escribiría después que Tekakwitha hacía todo lo posible para permanecer en santidad en medio de un mundo secular.
Muchos en su tribu la acusaron de brujería. Lamberville le aconsejó que se fuera a Kahnawwake, la Misión en Canadá, en la Nueva Francia, donde ya había otros conversos, entre ellos Anastasia, amiga cercana de su madre, y matrona de su clan. Allí llegó en 1677. Vivió sus dos últimos años en una vida de oración y sacrificios. El misionero Cholonec transcribió sus palabras: “Me he consagrado enteramente a Jesús, hijo de María y lo he escogido a Él por esposo”. Otro misionero, Chauchetiere, confiesa que no esperaba que un nativo fuera tan piadoso. Su contacto con ella y otros nativos cambiaron sus nociones preexistentes sobre los seres humanos y sobre las diferencias entre las culturas. En su biografía sobre Kateri acentúa su “caridad, pureza y fortaleza”.
Kateri murió un Miércoles Santo, el 17 de abril de 1680, a los 24 años. Sus últimas palabras fueron: “Jesús y María, los amo”. Cuentan que su rostro embelleció y sus cicatrices desaparecieron. Hoy, su figura y su nombre están presentes en Canadá; en cuatro santuarios de los Estados Unidos, en instituciones y otros lugares. En Canadá celebran su fiesta el 17 de abril; en Estados Unidos la celebramos el 14 de julio.