Santo del mes

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein, 1891-1942)

EL PAPA JUAN PABLO II, con ocasión de la beatificación de Edith Stein en Colonia, Alemania, el 1 de mayo de 1987, afirmó: “Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, sor Teresa Benedicta de la Cruz; quien reúne en su vida una síntesis dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy…; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto hasta que encontró descanso en Dios”.

Foto: commons.wikimedia.org
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¿Quién es esta mujer judía que llegó a ser monja carmelita, y que luego fue asesinada en el campo de concentración de Auschwitz? Edith Stein fue la menor de once hermanos. Nació en Breslau, Polonia, el 12 de octubre de 1891, el mismo día que se celebraba el Yom Kippur, fiesta hebrea de la expiación. Su padre murió antes de que ella cumpliera dos años.

Siendo adolescente perdió la fe: “Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar”. Algunos hechos marcaron el comienzo de su conversión. Al estallar la Primera Guerra Mundial tomó un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco, donde vio morir a hombres muy jóvenes.

Al ver a una aldeana, con su cesto de compras, entrar a la Catedral Frankfurt para rezar se dijo a sí misma: “En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, como si fuera a conversar en la intimidad”. Al reencontrarse con una amiga judía convertida al catolicismo, que sufría la pérdida de su esposo, escribió: “Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores… Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo”.

Empezó a leer el Nuevo Testamento, y los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Cuando encontró la autobiografía de Teresa de Ávila la leyó durante toda la noche. “Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad”. En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. “Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentí nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios”.

Recibió la Confirmación el día de la fiesta de la Candelaria. “Creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas”.

Entró al convento carmelita cuando empezaban las severas medidas contra los judíos. Ya como sor Teresa Benedicta de la Cruz escribió: “Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana… Bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios. Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso.”

Millones de judíos fueron llevados a los campos de concentración, entre ellos sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa, que también se había bautizado. Murió en las cámaras de gas de Auschwitz el 9 de agosto de 1942.

Había escrito: “Lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Visto desde el lado de Dios, no existe la casualidad; toda mi vida, está ya trazada en los planes de la Providencia”.

El telegrama que Edith había enviado a la Priora de Echt antes de ser llevada a Auschwitz, contenía esta declaración: “No se puede adquirir la ciencia de la Cruz más que sufriendo verdaderamente el peso de la cruz. Desde el primer instante he tenido la convicción íntima de ello y me he dicho desde el fondo de mi corazón: Salve, oh Cruz, mi única esperanza”.