El Cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, y monseñor Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn, realizaron una visita pastoral a San Juan, Puerto Rico, el lunes 30 de octubre. Fue otra muestra del apoyo que la Arquidiócesis de Nueva York y la Diócesis de Brooklyn han ofrecido a Puerto Rico desde que el huracán María devastara la Isla del Encanto el pasado 20 de septiembre.
“Nuestro propósito”, explicó el Obispo de Brooklyn en la Catedral de San Juan, “es, en primer lugar, mostrar nuestra solidaridad con la Iglesia local. Venimos de una Arquidiócesis, Nueva York, y una diócesis, Brooklyn, donde viven muchos puertorriqueños. Venimos a traer una ayuda material muy necesaria, pero también una dosis de solidaridad y de esperanza; y queremos entender mejor la situación de modo que podamos ofrecerles la ayuda que necesitan”.
La visita comenzó con una misa en la Catedral de San Juan, la sede de la primera diócesis del Nuevo Mundo. Antes de la Eucaristía, el Cardenal Dolan y monseñor DiMarzio, acompañados por monseñor Roberto González Nieves, arzobispo de San Juan, recorrieron la Catedral y se detuvieron a rezar ante la tumba del Cardenal Luis Aponte y las reliquias del beato Carlos Manuel Rodríguez.
El Arzobispo de Nueva York fue el celebrante principal. Recordó los presentes que, además de la solidaridad que los cristianos sienten por sus hermanos en tiempos de crisis, él estaba allí porque no podía dejar de brindar su apoyo a monseñor González, quien sirvió como sacerdote en el Bronx. “Él es uno de los nuestros, un gran amigo”, dijo el Cardenal, “y no podemos abandonarlo”.
En una breve entrevista que le hicimos tras la misa, el Cardenal Dolan comentó: “Mi primera impresión es la cordialidad, el valor y la generosidad de la gente. A pesar de todos los retos que han tenido que enfrentar, los puertorriqueños no han perdido la esperanza”. Después de la misa, los obispos y sus acompañantes se dirigieron a la sede de Caritas Puerto Rico. Esa organización recibirá una parte significativa de la ayuda que la Arquidiócesis de Nueva York y la Diócesis de Brooklyn, que recientemente anunciaron que habían recolectado $700,000 y $115,000 respectivamente para donar para ayudar a los damnificados y reconstruir Puerto Rico.
De allí se dirigieron a una elevación en las afueras de la ciudad donde se construirá el Santuario de Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia. Actualmente, en el sitio del futuro santuario se levanta una cruz inmensa rodeada por un via crucis con estatuas de tamaño natural.
La última etapa de la visita llevó a los tres prelados y su comitiva al Carmelo de San José, un convento de monjas carmelitas de clausura ubicado en Trujillo Alto, Puerto Rico. El convento, una construcción de estilo brutalista de inicio de los setenta, recibió los embates del reciente huracán.
Tras cantar el Salve Regina en la capilla, los visitantes conversaron con las hermanas, varias de ellas mayores de ochenta años, quienes les contaron cómo se debieron refugiarse en sus celdas durante las largas horas en que los vientos del ciclón soplaban sobre el convento, donde aún son visibles los daños sufridos.
Tanto el Cardenal Dolan como monseñor DiMarzio hablaron con visible emoción de su aprecio y cariño por las monjas de clausura, y se refirieron al papel fundamental que juegan en la Iglesia. El Cardenal añadió que parte de la ayudar enviada por la Arquidiócesis de Nueva York y la Diócesis de Brooklyn estaba específicamente destinada a reparar los daños sufridos por el convento.
Dos de las miembros más jóvenes de la comunidad cantaron una canción, con ritmo típico puertorriqueño, dedicada a los visitantes, y en la que agradecían al Arzobispo de San Juan por haber llevado a los prelados a su convento.