El 30 de noviembre pasado se había anunciado en diversas agencias informativas que, debido a la actual situación sanitaria, este año el Santo Padre no asistiría al tradicional tributo a la Inmaculada Concepción en Piazza di Spagna, sin embargo, a las 7 de la mañana de hoy, cuando apenas comenzaba a aclararse el cielo de Roma y bajo una tenue lluvia invernal, el Papa Francisco llegó por sorpresa a ponerse a los pies de la Madre de Dios.
La sorpresa di #PapaFrancesco a #piazzadispagna a #Roma per L a tradizionale cerimonia dell’#8dicembre, prima che i #vigilidelfuoco salissero con l’autoscala su, fino a 27 metri d’altezza, per donare alla #Madonna la corona di fiori @Pontifex_it pic.twitter.com/r9TB3iQGPK
— Vigili del Fuoco (@emergenzavvf) December 8, 2020
La imagen de la Santísima Virgen que preside desde lo alto de un columna la Piazza di Spagna en Roma, fue inaugurada en 1857 por el beato Pío IX. Pero fue el 8 de diciembre de 1953, bajo el Pontificado de Pío XII, que se inició la tradición ininterrumpida de que el Santo Padre va a rendirle un sentido homenaje el día de su fiesta. En esa ocasión se reúnen una innumerable cantidad de fieles, mientras que son los Frailes Franciscanos Conventuales los encargados de recibir las ofrendas florales y colocarlas a los pies de la María.
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Pero esta vez, y para no interrumpir la tradición, el Papa apareció de manera inesperada con un pequeño séquito que lo acompañaba, solo ante la presencia de algunos transeúntes y miembros de las fuerzas de seguridad. Allí depositó un ramo de rosas blancas a los pies de la Inmaculada y dirigiendo su mirada hacia la Madre del Cielo, confió el mundo a su cuidado con una oración silenciosa que duró poco más de diez minutos, finalizado el acto de devoción, se dirigió a la Basílica de Santa Maria la Mayor, donde celebró la Misa en la Capilla de la Natividad. Posteriormente regresó al Vaticano.