El 13 de marzo de 2013 comenzó el pontificado de Francisco, el primer Papa latinoamericano, reemplazando al ahora papa emérito Benedicto XVI. Para celebrar su quinto aniversario, Nuestra Voz habló con monseñor Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn, para que nos diera su visión del quinquenio de Francisco al frente de la Iglesia Católica.
Nuestra Voz: ¿Cuándo conoció al papa Francisco?
Mons. Nicholas DiMarzio: Lo conocí poco después de ser elegido Papa, en una reunión del Consejo de Inmigración en Roma, del cual era miembro en ese momento. Tuve la oportunidad de reunirme con él, estaba junto a otros obispos. Cuando vino a Estados Unidos, formé parte de la comitiva que lo recibió en el aeropuerto.
N.V.: ¿Cuántas veces se ha reunido con él?
Mons. DiMarzio: Concelebré con él la Eucaristía que celebró en el Madison Square Garden, en esa visita hubo diferentes momentos donde pude reunirme con él.
N.V.: ¿Qué recuerdos tiene de la visita del papa Francisco a Nueva York?
Mons. DiMarzio: Estar yendo de un lado a otro, era una rutina dura seguirlo a él pues muchas cosas pasaron en un periodo relativamente corto, pero acá en Nueva York visitó las periferias, estuvo en una escuela en Harlem, se reunió con diferentes personas. Yo estuve en la reunión con los obispos en Washington y es una persona muy amigable que entiende los problemas que los obispos tenemos. Estuvo muy atento a la información que le dimos los obispos explicándole cómo vemos las cosas en la Iglesia, algo muy significativo, fue un momento muy importante que compartí con él.
N.V.: ¿Cuál cree que es su legado?
Mons. DiMarzio: Ciertamente, él declaró el Año de la Misericordia y eso es lo que la Iglesia necesita, más misericordia, más entendimiento de los problemas que las personas tienen hoy, acercarse más a los problemas morales que las personas tienen, también llegar a la periferia, a esas personas que normalmente no conocen la Iglesia. Debemos actuar como las ambulancias que recogen a los enfermos o a los heridos y los llevan al hospital. Este es un concepto particular que tiene sobre la Iglesia, esto no quiere decir que los anteriores papas no tuvieran estas ideas, pero creo que en concreto ese es su legado.
N.V.: ¿Por qué el papa Francisco es tan especial?
Mons. DiMarzio: Es difícil comparar con otros papas, pero su enfoque popular de las cosas, la manera como le habla a las personas, como las abraza, como se convierte en su anfitrión, Juan Pablo II lo hizo, el papa Benedicto XVI fue más reservado, pero muchas personas lo sienten a él más especial.
N.V.: ¿Cuáles cree que son sus desafíos?
Mons. DiMarzio: Algunos malentendidos de las cosas que él dice, usualmente en sus vuelos de regreso habla directamente con los medios y, en mi opinión, siempre es un desastre porque siempre lo sacan de contexto. Ellos (los periodistas) citan una parte pero no todo, él siempre es muy abierto con ellos y los medios lo usan para dar opiniones dogmáticas. Él no está concediendo una entrevista en sí, está hablando con ellos y tampoco está preparado para las preguntas, así que pienso que este ha sido un desafío y un problema.
N.V.: ¿Qué recuerdos tiene de sus encuentros con los tres últimos papas?
Mons. DiMarzio: Los papas entienden que una de sus responsabilidades es designar a los otros obispos de la Iglesia de la mejor manera. Yo diría que todos ellos de una forma u otra lo hacen. Todos somos diferentes.
La última vez que me reuní con Juan Pablo II fue tres meses antes de su fallecimiento, él estaba casi inmovilizado, paralizado, solo él y yo estábamos en el salón, no dijo una sola palabra y yo estaba hablándole de la Diócesis. Ese pobre hombre estaba muy enfermo, pero igual seguía trabajando, tratando de entender lo que yo le explicaba sobre lo que pasaba en Brooklyn. Yo no puedo olvidar eso. Junto a los obispos auxiliares de la Diócesis nos reunimos con el papa Benedicto XVI para tener una charla con él respecto a nuestra Diócesis y fue muy interesante también.
Con el papa Francisco tuvimos una oportunidad más cercana de hablar de la Diócesis.
Pero creo que todos los papas entienden su misión como pastores de la Iglesia y ellos, a su vez, afirman a los obispos como otros pastores también.