Alex Pompez y los Cubans de NY

Los cubanos, si los dejas, te dicen que inventaron el béisbol. Te explican que el béisbol es igual al batos que jugaban los taínos aunque el juego aborigen, de acuerdo a los cronistas de Indias, más bien parecía una mezcla de voleibol, fútbol y nudismo. Hay que recordarles que los taínos llegaron a Cuba solo un ratico antes que los españoles. Que venían de Haití, donde llevaban siglos jugando batos. Solo entonces los cubanos reconocerán que el béisbol es un invento yanqui.

Lo cierto que el primer equipo profesional latino en jugar en Estados Unidos fueron los All Cubans. Desde 1899 manejados por Abel Linares y Tinti Molina, los All Cubans dieron giras por Estados Unidos jugando contra equipos del noreste del país incluyendo los Cuban X Giants, conjunto que no incluía ningún cubano: todos eran afroamericanos que, aprovechando que Cuba estaba de moda tras la guerra de independencia, tomaban descanso del racismo de su país pasando por cubanos. (Ya en 1885 existió un exitoso equipo llamado Cuban Giants que, como su nombre lo indica, no contenía ni cubanos ni gigantes, pero al menos jugaron un par de temporadas en la isla del Caribe).

En 1907 los All Cubans pasaron a ser los Cuban Stars y al incluir jugadores afrocubanos fue considerado parte de las Ligas Negras norteamericanas. En 1916, cumpliendo esa ancestral costumbre cubana que comparten con las esponjas los Cuban Stars se dividieron en dos: los del Este y los del Oeste.

Hijo de emigrantes cubanos, Alex Pompez nació en 1890 en Cayo Hueso, Florida, y se convirtió en el más grande promotor de las ligas negras.

Los del Oeste llegaron a ganar su liga en 1919. Los Este fueron organizados por el legendario Alex Pompez. Nacido en 1890 en Cayo Hueso, Florida, Pompez era hijo del cubano José Pompez, abogado, tabaquero, amigo de José Martí y representante estatal de la Florida.  Al morir dejó todos sus bienes a la causa de la independencia por lo que la familia pasó grandes dificultades económicas. Patrióticamente, claro.

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Alex resultó tener vista para los negocios y las formas esféricas. Fundó equipos de béisbol y fue banquero de bolita, la legendaria lotería clandestina que alguna vez tendrá su Salón de la Fama. Además de ser propietario de los Cuban Stars del Este, Pompez ayudó a organizar al primera Serie Mundial de las ligas Negras en 1924 y en 1935 fundó los famosos New York Cubans. Por causa de la bolita que tuvo que correr más que Jesse Owens y llegar hasta México, huyendo del FBI y de la mafia. Luego llegó a un acuerdo con el FBI para poder regresar a competir con sus Cubans en 1938.

Por los New York Cubans pasaron alguna de los grandes jugadores afrocubanos de la época: Luis Tiant Sr., Orestes Miñoso y el futuro miembro del Salón de la Fama, Martin Dihigo. También acogieron talento de toda Latinoamérica incluyendo al boricua Perucho Cepeda y al dominicano Tetelo Vargas.

Por fin en 1947 los New York Cubans ganaron su primera y única Serie Mundial de las Ligas Negras contra los Cleveland Buckeyes cuatro juegos a uno y un empate. Con el bate en la mano se destacaron los cubanos Miñoso, Claro Duany y Silvio García y el norteamericano Ray Noble. El panameño Pat Scantlebury se lució lanzando y bateando.

Pero Pompez, lince en los negocios, comprendió que el éxito de Jackie Robinson al romper la segregación racial de las Mayores ese mismo 1947 significaba el próximo fin de las Ligas Negras. De manera que al siguiente año convirtió a sus Cubans en sucursal de los New York Giants de la MLB. Pompez devino en uno de los mayores cazatalentos latinos de su época, contribuyendo enormemente a que el español se convirtiera en la segunda lengua de la MLB.

Pompez murió en 1974. En 2006 fue elegido al Salón de la Fama. El del béisbol, porque el de la bolita no lo han fundado todavía.

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Enrique del Risco es licenciado en Historia y doctor en Literatura Latinoamericana. Es profesor de Literatura y Lengua Española en la Universidad de Nueva York. Ha publicado cinco libros de narrativa. “Enrisco” es el pseudónimo con que el escritor publica sus textos de humor, que en las últimas décadas suman ya cuatro libros y cientos de artículos en numerosas publicaciones de Estados Unidos y el mundo hispanohablante. Esta columna es la primera de una serie en la que Enrisco comentará con humor diferentes aspectos de la presencia hispana en Nueva York a través de la historia.