Se incardina nueva Asociación Religiosa Diocesana

Brooklyn, NY – Predicadoras de Cristo y María es el nombre de la comunidad religiosa que acaba de formar parte de la Diócesis de Brooklyn de manera oficial después de una misa y ceremonia de bienvenida presididas por Monseñor Raymond Chapetto el 5 de septiembre.

La misa fue concelebrada por Monseñor Steven Aguggia, el Diácono Manuel Quintana y el Diácono Julio C. Barreneche en la capilla de la Diócesis en 310 Prospect Park West. Además, el Obispo Emérito colombiano, Mons. Alfonso Cabezas estuvo presente y dirigió la homilía como símbolo de entrega de la comunidad que él mismo instituyó 24 años atrás.

Durante la homilía, Monseñor Cabezas les obsequió a las hermanas un libro sobre la vida de Santa Isabel Ann Seton, la primera fundadora de una congregación religiosa en los Estados Unidos, con la esperanza de que encuentren inspiración en su ministerio y les pidió también que “sigan caminando con el Espíritu Santo”.

‘‘Tiren las redes y atrapen almas para Dios; acompañen a los jóvenes a caminar hacia la conversión en Jesucristo como lo han estado haciendo con su carisma especial de la música, el teatro y las artes”, les dijo.

Las Predicadoras de Cristo y María llegaron a la Diócesis de Brooklyn la mañana de un martes 18 de mayo de 2004, como una comunidad misionera que vino de Colombia para servir temporalmente. En ese momento, la comunidad no estaba incardinada como un instituto perteneciente a la Diócesis de Brooklyn por lo que su estadía y trabajo en esta ciudad estaban sujetos a la decisión de los obispos, incluido su pastor principal en Colombia, el arzobispo Oscar Urbina.

Después de 15 años de trabajo misionero en diferentes parroquias de la Diócesis de Brooklyn, como el Santísimo Sacramento y San Bartolomé en Queens y Santa Teresa de Ávila y la Co-catedral de San José en Brooklyn; la Arquidiócesis de Villavicencio, Colombia, decidió permitirles mudar su domicilio canónico a la Diócesis de Brooklyn.

‘‘Como fundadora, como madre espiritual, como la persona que en nombre de la iglesia está alentando a la comunidad, tratando de descubrir la voluntad de Dios para las Predicadoras de Cristo y María, me siento feliz”, – dijo María Amador, madre superiora de la comunidad. – ‘‘Ese día en la ceremonia, la alegría inundó mi corazón y la alegría es descubrir la voluntad de Dios (…) Entender que Él nos llama a quedarnos donde quiere que sirvamos”.

Esta es la primera vez que la Diócesis de Brooklyn encabezada por su Obispo Mons. Nicholas DiMarzio le da la bienvenida a una comunidad como asociación pública de fieles que sueña y va en miras de convertirse en un instituto de vida religiosa nacido completamente en esta iglesia. Casualmente, la ceremonia de bienvenida se celebró el mismo día de su 24° aniversario de fundación.

La madre María añadió además, que ‘‘esta es una nueva etapa pero aquí en adelante queda mucho por seguir escribiendo sobre la misericordia de Dios, para que Él sea siempre conocido amado y servido en todas las naciones”.

Una dentista, una psicóloga y una licenciada en educación artística son las tres mujeres que emprendieron su camino de vida religiosa en la gran ‘Ciudad de Concreto’ para, como dice la Madre María, llevar al mundo a conocer ”la belleza que salva: Dios”.

Monseñor Chapetto terminó la eucaristía diciendo: ‘‘Quisiera agradecer a Monseñor Cabezas no solo por aceptar la homilía de hoy, sino también por el regalo que le ha dado a la Diócesis de Brooklyn, dijo. – ‘‘Muchas gracias.” Y dirigiéndose a las hermanas dijo: ‘‘Brooklyn es sinónimo de bienvenida. Hacemos que las personas se sientan como en casa. Ustedes conocen la riqueza de esta maravillosa diócesis porque ya ministraron en ella. Esta noche son parte de la Diócesis oficialmente a pesar de que lo han sido durante bastante tiempo”, dijo.

‘‘Háganlo público, háganlo especial, dejen que el mundo entero sepa que están aquí trabajando por la salvación y las almas y por el reino de Dios ¡BIENVENIDAS!’’

Las arras, el velo y el lazo

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“Padre, ¿podemos incluir las arras, el velo y lazo?” Esto es lo que me pidió la novia en la reunión para preparar su boda. Ella es de origen mexicano. Me lo pidió con cierta insistencia: parecía que era algo importante para ella. En cambio, al novio, que es anglosajón, parecía darle igual y se quedaba en silencio, como aprobando lo que mejor complaciera a su futura esposa.

Con las últimas mejoras de la liturgia, ya tengo mucha confianza para poder responder su pregunta. La confianza mía proviene del nuevo Ritual del Matrimonio aprobado y promulgado desde el 30 de diciembre de 2016. Antes del ritual nuevo, siempre tenía reservas de incorporar el rito de las arras, el velo y el lazo, no porque lo desconociera, sino porque no están previstos en el rito. Tenía todavía que bajar el rito de la red e imprimirlo. Ahora, ¡gracias a Dios!, ya no hace falta de todo eso porque ya está reconocido e incorporado al ritual actual.

Ahora preguntamos: ¿qué importancia tienen las arras, el velo y el lazo en el ritual del matrimonio? ¿De dónde viene esta tradición? ¿Un matrimonio sin las arras, el velo y el lazo es válido?

Las arras suelen ser trece monedas emblemáticas. La tradición enseña que cada moneda representa la provisión para los doce meses del año y una más como acto de generosidad con los más necesitados. La bendición y entrega de las arras significa la comunidad de vida y de bienes que los esposos establecen como proyecto común y vitalicio.

El marido entrega las arras a la mujer y la mujer hace lo mismo con su marido. Esto me parece muy bonito y muy de acuerdo con el matrimonio católico. Aquí no vale pues un acuerdo de que cada uno con lo suyo. Pues esa separación de bienes es todo lo contrario de lo que significan las arras de un matrimonio católico.

La bendición e imposición del velo y el lazo significan la unidad y la indisolubilidad del matrimonio. Bien lo describe el Evangelio: “De manera que ya no son dos sino una sola carne” (Mt 19,6). El velo y el lazo se colocan antes de la bendición nupcial y se mantienen hasta después de la comunión. Esto es muy significativo porque el nuevo matrimonio recibe el Cuerpo y Sangre de Cristo arropado de los símbolos de la gracia que espera de Cristo. El velo y lazo marcan la exclusividad y descartan la infidelidad.

El uso de los dichos en el rito de matrimonio tiene su origen en la antigua liturgia mozárabe que se celebra en España hasta nuestro tiempo. Los misioneros españoles introdujeron esa liturgia en las tierras donde evangelizaron y así se ha quedado en uso.

El uso de estos tres símbolos no es preceptivo, es decir, no es un requisito para la validez del matrimonio. Es solamente de tipo facultativo, o sea, se hace solamente cuando los novios los quieren incorporar a su celebración nupcial. Como tradición, me parece que esto es algo hermoso y significativo. Por eso le dije a la novia: “¡Por supuesto!”