Biblia

Tres mares

Vamos a tomar una vista aérea de la Biblia. A vista de pájaro, descubriríamos tres mares, testigos fieles de episodios bíblicos: el mar Rojo, el mar de Galilea y el mar Mediterráneo.

Pero, ¿qué papel jugaron estos mares en la historia bíblica? ¿Cuáles fueron los “capitanes” que navegaron sus aguas? Permítanme citar sus nombres: Moisés, Jesús y Pablo. Los tres fueron los principales actores de las muchas batallas que se libraron en sus aguas.

Moisés y el Mar Rojo. El pueblo hebreo en Egipto sufría la humillación de unos violentos capataces egipcios. Sus llantos llegaron al cielo. El Señor escuchó los gritos de su pueblo y decidió su liberación. Comienza con sus grandes portentos, conocidos como plagas, y encomienda a Moisés la salida de Egipto. Se sentían perseguidos por el ejército del Faraón. Guiados por una nube durante el día y una columna de fuego por la noche, llegan a la costa del Mar Rojo.

Moisés extendió su mano sobre el mar y Yavé hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del oriente que secó el mar. Ex 14,21

Sano y salvo todo el pueblo pudo cruzar, mientras que jinetes y caballos egipcios se hundían en las aguas. Ante tan maravilloso acto salvador de Dios, Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico a Yavé: “Cantaré a Yavé que se ha cubierto de gloria; caballos y carros ha arrojado en el mar”. Entonces Miriam, la profetisa, hermana de Aarón, tomó su pandereta en la mano, y todas las mujeres la seguían con tímpanos, danzando en coro.

Jesús y el Mar de Galilea. En este pequeño mar o gran lago, también llamado Mar de Tiberíades, Jesús ejerció gran parte de su ministerio. Mientras caminaba por sus orillas llamó a dos hermanos: Pedro y Andrés, que estaban echando la red al mar. Jesús les dice: “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”.

En una ocasión, se levantó una tormenta muy violenta en el lago, con olas que cubrían la barca. Él dormía. Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: “¡Señor, sálvanos, que estamos perdidos!”

Una mañana antes del amanecer, los apóstoles navegaban sin su Maestro. Las olas golpeaban duramente la barca, el viento en contra. De repente, aparece Jesús caminando sobre las aguas. Al verlo, se asustaron y gritaron: “¡Es un fantasma!” Calmados por las palabras del Señor, Pedro le reconoce y confiesa: “¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!” Esta maravillosa confesión de fe parece aletear aún hoy sobre las aguas del lago. Yo, al menos, percibí la voz de su eco. ¡Mar de Galilea, cuántas memorias guardas en tus aguas!

Pablo y el Mar Mediterráneo. Hace dos mil años era penoso viajar. Pero para un viajero incansable como Pablo no existían barreras. Después de haber “pateado” Palestina, Turquía y Grecia, tiene la obsesión de ir a Roma, capital del Imperio Romano. Se embarca de Alejandría en un buque cargado de trigo. Junto a la costa de Creta el barco se fue a la deriva. Naufragaron. Estuvieron a punto de ahogarse. Al final, Pablo pudo cumplir su sueño, ¡Roma, capital del Imperio!

Tres mares, con aguas salvadoras, forman la esencia de la historia de salvación.

¿Cómo se aprovecha usted de sus aguas?