CUANDO UNO ESCRIBE UNA COLUMNA mensual, siempre está tentado a convertirla en una lista de supermercado llena de menciones breves que no dicen nada sustancial. Normalmente intento concentrarme en un tema y no arrastrar al lector por un popurrí de comentarios no siempre relacionados. Pero esta vez eso será lo que voy a hacer —así que me disculpo por adelantado.
Hace unos años, en una entrevista, le pregunté a Mons. DiMarzio por qué había dedicado una parte fundamental de su ministerio sacerdotal y episcopal al tema de los inmigrantes. Me respondió que de niño, sus padres siempre estaban trabajando, y él se había criado con sus abuelos, inmigrantes italianos que le hablaban en dialecto siciliano.
El 16 de junio, Mons. Nicholas DiMarzio cumplió 75 años. Como exigen las normas de la Iglesia, ese día envió su renuncia como obispo de Brooklyn al Santo Padre. El Papa puede aceptar la renuncia de un obispo cuando estime conveniente: un día o cinco años después de recibirla. Para los hispanos de Brooklyn y Queens, Mons. DiMarzio ha sido un constante aliado y un pastor solícito. Así lo ha sido también con todos los grupos inmigrantes de este mosaico de culturas que son Brooklyn y Queens. Fue por su expresa voluntad que se creó Nuestra Voz. Para los inmigrantes de esta diócesis de inmigrantes, es el momento agradecer, de viva voz, a Mons. DiMarzio por su apoyo incondicional.
La reunión de Baltimore
El mes pasado se celebró la asamblea de primavera de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos en Baltimore. El tema de la reunión de mayor interés fue el de las nuevas normas para reportar y procesar los casos de obispos acusados de abuso sexual o de encubrir a clérigos de sus diócesis.
Como se sabe, la llamada Carta de Dallas, que fijó en 2002 los procedimientos para combatir el abuso sexual por parte de miembros del clero, ha dado resultados impresionantes. Un hecho que pocas veces la prensa refleja, pero que es fundamental para entender la situación actual. La Iglesia ha hecho más que ninguna otra institución en este país para acabar con el horror del abuso sexual de menores. En particular, nuestra diócesis, que abarca Brooklyn y Queens, es un ejemplo de ello. Cuando en febrero pasado se publicó la lista de los sacerdotes con acusaciones creíbles de abuso sexual en la historia de la diócesis, solo dos casos se referían a posibles abusos ocurridos después del año 2002.
La cita de Baltimore tenía como objetivo fijar las normas que antes no habían sido suficientemente explícitas: cómo reportar y castigar casos en que un obispo sea acusado de abuso sexual o de encubrir abusos.
Los tres documentos aprobados, explicaba Mons. DiMarzio en una columna reciente en The Tablet, se refieren al establecimiento de una línea telefónica y sitio de internet para reportar cualquier abuso; el compromiso de los obispos de establecer en sus diócesis los protocolos aprobados por el Santo Padre tras la reunión de los presidentes de conferencias episcopales en febrero en el Vaticano; y la designación de los obispos metropolitanos de las 22 provincias eclesiásticas de Estados Unidos como las personas que deben procesar los casos reportados.
La Iglesia que peregrina en Estados Unidos, que ha sido largamente criticada por la crisis de los abusos sexuales, ha sido también la que más ha hecho para combatirlos. Como la Carta de Dallas de 2002, los documentos aprobados en Baltimore podrían servir de modelo para otras iglesias locales. Los resultados de la reunión de primavera son un signo de esperanza en tiempos en que dichos signos son tan necesarios como escasos.
Nuestra Voz: premio a la mejor publicación en español
En junio se celebró en la ciudad de San Petersburgo, Florida, la Conferencia de los Medios de Comunicación Católicos que cada año organiza la Asociación de Prensa Católica de Estados Unidos y Canadá (CPA). Esta vez Nuestra Voz recibió un total de 20 premios, entre ellos el Premio a la Mejor Publicación en Español del Año. Es el resultado de un esfuerzo de equipo continuado. Vaya aquí nuestro agradecimiento para Mons. DiMarzio, por su apoyo constante a Nuestra Voz, y al equipo de DeSales Media Group, la compañía de medios de comunicación de la Diócesis, de la que Nuestra Voz forma parte. Vaya también nuestro agradecimiento al equipo de reporteros y columnistas que por años han trabajado ofreciéndoles a nuestros lectores un excelente periódico católico en español. En los últimos años hemos visto como Nuestra Voz fue aumentando su perfil, y eso se ha reflejado en los premios de la CPA: 6 premios en 2015, 13 premios en 2016, 16 premios en 2017 (y el segundo premio a la Mejor Publicación en Español), 18 premios en 2018 (y primer premio al Editor del Año). Este año, finalmente, obtuvimos el primer premio a la Mejor Publicación y 20 premios en total. Gracias al equipo de Nuestra Voz y a nuestros lectores por su continuo apoyo.
Mención especial merece Joaquín Badajoz, subdirector de Nuestra Voz, quien ha sido pieza clave desde que se integrara a nuestro equipo hace un año. Tiempo en el que, gracias en gran parte a su esfuerzo y talento, Nuestra Voz pasó de tener 3,116 seguidores en Facebook a 145,000, convirtiéndose así en la publicación católica en español más popular de Estados Unidos en las redes sociales.
Nuestra misión sigue siendo la misma: anunciar a través de un medio de prensa la buena nueva de la Resurrección, y reflejar la vida, los sufrimientos y esperanzas de nuestras comunidades. Gracias de todo corazón por apoyarnos y leernos