Recuerdo que después de una de las misas llamadas de “sanidad”, una señora todo contenta exclamaba: “Me han ungido”. Su compañera le preguntó: “¿Qué es eso? ” Ella emocionada le fue explicando en detalle la breve ceremonia. Con frecuencia la gente hace esa misma pregunta cuando se habla de unción. Para contestar tendremos que echar un vistazo a la Sagrada Escritura para que nos ilumine.
En el Oriente se usaban aceites, bálsamos y aromas en el aseo personal y curativo. Les gustaba ungirse después del baño para mantener su piel turgente. Se pensaba que el aceite penetraba profundamente en el cuerpo y le daba salud y belleza.
Se ungían la cabeza, la barba y también los pies. Eran signo de alegría. En tiempos de ayuno o de luto quedaba suprimido. Sin embargo, Jesús ordena al que ayuna que se unja la cabeza como para un festín, para que su penitencia no se exhiba delante de los hombres.
Era una muestra de honor derramar aceite sobre la cabeza del huésped, como aparece en el salmo 133: “Es como un aceite refinado que desde su cabeza desciende hasta la barba, la barba de Aarón”.
La unción se usaba en ceremonias religiosas. La Biblia para designar este rito emplea la palabra hebrea con la misma raíz que Mesías, que significa “ungido”. En el Antiguo Testamento se aplicaba a objetos que resultaban “santificados”, como las piedras votivas de Jacob después de su visión nocturna en Bethel, el tabernáculo del Templo y en particular el altar.
Sin embargo, las unciones de las que habla en especial el Antiguo Testamento son principalmente ritos de consagración de personas: el rey y los sacerdotes. Así se menciona el caso de Saúl, de David, de Salomón y también de otros reyes.
La unción, como rito religioso, era aplicada por un hombre de Dios, profeta o sacerdote. Consistía en marcar con un signo exterior a estos hombres que habían sido elegidos por Dios para gobernar al pueblo en su nombre. El rey era el “ungido de Yahwéh”.
Los sacerdotes también eran ungidos, particularmente el sumo sacerdote. Moisés unge a su hermano Aarón, a quien la Biblia llama “el sacerdote consagrado por la unción”.
La unción de Cristo. Hay una redundancia en este título pues las tres palabras —Mesías en hebreo; Cristo en griego y Ungido en español— significan lo mismo. En la primitiva iglesia este nombre fue el título más distinguido de Jesús.
El Nuevo Testamento hace mención de una sola unción de Jesús durante su vida terrena, la que recibió en el bautismo: “Fue ungido del Espíritu Santo y de poder”. Sin embargo, se conocía el sentido de la unción. Los oyentes del Señor, impresionados por su sabiduría y su poder, se preguntaban: «¿No es éste el Mesías (el Ungido)?» Los Evangelios sinópticos dan una solemnidad particular al acto de fe de S. Pedro: «¿Quién decís que soy yo? Tú eres el Mesías»
También el cristiano recibe una unción, sin embargo, no se trata de un rito sacramental (bautismo o confirmación), sino de una participación en el reino de Jesús, una unción espiritual por la fe. El nombre de cristianos (que viene de Cristo) equivale a «ungidos».
En ocasiones, sin embargo, la unción parece ser una novedad o un poder especial del que la confiere. Una lectura de la Biblia nos ayudará a conocer mejor el sentido de las “misas de sanidad”, donde se dispensa la unción de aceite.
¿Conoce usted el significado de unción?