Crónicas

Unidos en la distancia y el encierro

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. Salmos 23:4

Ahora que nos toca distanciarnos físicamente, es hora de unirnos de corazón y propósito para ayudarnos y alentarnos diariamente en este momento histórico que nos toca vivir.

En los años 40s, fueron muchos los llamados a la segunda guerra mundial para defender al mundo de la sombra mortal de un dictador con sed de acaparar cada país bajo su mando y aniquilar a millones de seres humanos. En ese entonces, una alianza de países amigos y enemigos tuvieron que unir sus fuerzas y hacer a un lado sus diferencias para vencer al enemigo y liberar al mundo.

Hoy nos toca ser soldados de una guerra contra un enemigo de la salud mundial y el llamado es el mismo para todos, desde el oriente hasta occidente: quedémonos en casa. No tenemos que cargar rifles ni granadas. No tenemos que viajar a lugares lejanos a enfrentar batallas ni trincheras ensangrentadas. El pedido es sencillo: quedarnos en casa.

Quizás en este momento clave, podemos saborear la gloria de la victoria y convertirnos en héroes si seguimos las reglas de distanciamiento e higiene que nos mantendrán protegidos del enemigo invisible que nos acecha. Si bien es cierto que muchos caerán, también es certero que la mayoría de ellos sobrevivirán. De nosotros depende protegernos con capa, espada y distanciamiento.

Cuidemos a los vulnerables, los que son mayores y aquellos a quienes le aquejan enfermedades pulmonares y debilidades en su sistema inmunológico.  Cuidemos de quienes no tienen suficiente alimento. Velemos por quienes están solos y desamparados.

¿Y qué tal si usamos estas horas de encierro para hacer tareas en nuestro hogar que siempre dejamos para después?  ¿Qué tal si nos sentamos en la mesa en familia a dar gracias por nuestras bendiciones, nuestros alimentos y por cada día que podemos ayudar a otros menos afortunados?

Seguramente hay alguien a quien podemos llamar y preguntarle cómo están y qué necesitan. Seguramente hay vecinos que podemos saludar por la ventana y recordarles que en la distancia siempre hay alguien que se preocupa por ellos.

Es hora de levantar el ánimo de guerreros y guerreras del amor. Es éste el mejor momento para estar a la vanguardia de esta guerra contra el Coronavirus y ayudar a limitar el contagio con acciones proactivas.

Comencemos con un plan familiar que nos mantenga al margen de los focos infecciosos. Propaguemos mensajes de aliento en nuestras comunidades a través de nuestros teléfonos y usemos este encierro para estar más cerca de Dios, leyendo la Biblia y limpiando nuestro hogar.

Dondequiera que estemos, todos estamos juntos en la misma batalla.  Todos estamos luchando por la misma causa. Y juntos saldremos nuevamente a la luz de un nuevo día para comenzar un mañana de esperanza en un nuevo amanecer.

Cuidémonos los unos a los otros, tal como Jesús nos encomendó.