QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS EN CRISTO:
Muchas veces me han preguntado sobre la importancia de la oración en nuestras vidas como católicos. Obviamente, la oración es esencial para nosotros porque es nuestro medio de comunicarnos con Dios, de mejorar nuestra relación con Dios y, lo más importante, de comprender su voluntad para con nuestras vidas.
En pocas palabras, la oración es un diálogo con Dios que es nuestro amigo. Omnipotente como es, desea que nosotros, sus hijos, nos comuniquemos con Él en nuestros pensamientos y sobre todo amemos a Dios, que es nuestro Creador, Redentor y Santificador.
Para nosotros la oración más común es la verbal, que es la que usamos para hablar con Dios como nos enseñó el mismo Jesús en el Padrenuestro; la que nos enseña la Escritura y la historia de la Iglesia en el Avemaría; y la Escritura en el Gloria al Padre. Todas estas oraciones verbales, sumadas a otras tantas que se han escrito para nosotros, nos ayudan a centrar la atención en expresar lo que está en nuestros corazones.
Usamos la oración verbal, por ejemplo, en la Liturgia, que es la oración más común, así como el rezo del Rosario y otras oraciones. Estas son las maneras en que por lo general hablamos con nuestro Creador, y son las formas en que comunicamos nuestro amor por Dios.
Hay otros tipos de oración que requieren mucho más de nuestra atención. Por ejemplo, la meditación como método de oración nos permite enfocar toda nuestra energía y pensamientos sobre Dios. Muchos usan una forma de meditación llamada Lectio Divina que nos enseña a leer un pasaje de las Escrituras, ubicarnos dentro de la escena y luego usar nuestra imaginación para meditar el mensaje de ese pasaje del Evangelio.
Además de las Escrituras, hay muchos otros libros que nos ayudan a meditar. El propósito de la meditación es ponernos en la presencia de Dios y evitar las muchas distracciones que son nuestros intereses y aflicciones, y concentrarnos lo mejor que podamos en fomentar nuestra relación con Dios. Los grandes santos que practicaron la meditación, como Santa Teresa de Ávila, nos recuerdan que no hay un resultado automático de nuestro deseo de oración. Más bien, la oración requiere esfuerzo y nos va fortaleciendo paso a paso.
Muchas veces rezamos o suplicamos, pidiéndole a Dios algo que creemos que es bueno. Pero debemos orar siempre reconociendo que Dios es quien sabe lo que es bueno para nosotros y Él nos proveerá de lo que necesitamos. Las respuestas a nuestras oraciones no siempre son las que esperamos. Pero debemos recordar que la oración más importante de todas está contenida en la petición del Padrenuestro cuando decimos: “Hágase Tu voluntad”.
Aceptar la voluntad de Dios en nuestras vidas es uno de los resultados de la oración. El propósito de nuestra oración no es cambiar a Dios, sino más bien transformarnos para aceptar lo que Dios sabe que es bueno para nosotros, aunque esté oculto a nuestros ojos. Puede que nunca sepamos la respuesta a una oración en particular hasta que nos encontremos con Dios, que es todo amor y es nuestro Creador.
Recientemente, el Santo Padre ha pedido a la Iglesia Universal que se una a la campaña mundial para apoyar a los migrantes y refugiados, lanzada el 27 de septiembre, patrocinada internacionalmente por Caritas Internationalis y en los Estados Unidos por la Conferencia de Obispos Católicos, las Caridades Católicas (Catholic Charities USA) y los Servicios de Auxilio Católico (Catholic Relief Services).
La campaña “Compartiendo el viaje” tiene como objetivo involucrar a la Iglesia y a quienes están relacionados con migrantes y refugiados, en todo el mundo y en los Estados Unidos. Puede obtener más información sobre la campaña en justiceforimmigrants. org/caritas-share-the-journey-campaign/
La campaña les pide a nuestros hermanos y hermanas de toda la nación que muestren su compasión y compartan el viaje con millones de personas por todo el mundo que huyen de la pobreza, la opresión, la guerra y el desastre. Así como Jesús viajó para compartir el Evangelio del amor y se sacrificó por los demás, los católicos en Estados Unidos están siendo llamados a compartir el viaje físico y emocional con los migrantes y refugiados al extender la mano de la dignidad, el amor y el apoyo.
Les pedimos a todos los católicos que comiencen un viaje hacia el conocimiento y la comprensión de aquellos que necesitan nuestra ayuda, ya que todos somos hijos de Dios. Una invitación a una semana de oración para apoyar a los migrantes y refugiados —la campaña “Compartiendo el viaje” lanzada en Estados Unidos el 27 de septiembre— será seguida por una semana de Oración y Acción, del 7 al 13 de octubre, cuando las parroquias, escuelas, universidades y otras instituciones y personas de todo el país se unirán en oración, educación e intercambio de información sobre migrantes y refugiados para apoyarlos a nivel local y alrededor del mundo.
Acompañemos a los migrantes y refugiados en su viaje, remando mar adentro hacia las profundidades de la oración, que no pretende cambiar la voluntad de Dios, sino la voluntad de sus hijos, en especial de los migrantes y refugiados. Nuestro Santo Padre ha escrito una oración especial por esta campaña de migración global. Únanse a mi oración diaria, suplicándole al Señor que las intenciones del Sumo Pontífice sean concedidas.
Señor, Amo y Maestro,
muchos son los viajes
que tu pueblo ha realizado:
el viaje de Abraham lo llevó
del miedo al conocimiento;
el viaje de Moisés de la
esclavitud a la libertad;
el viaje de los discípulos
de la muerte a la nueva vida.
Incluso hoy, el viaje de tu pueblo:
inmigrantes y refugiados,
peregrinos y nómadas,
en busca de la esperanza,
en busca de oportunidades,
en busca de paz, en busca de Ti.
Señor, sé que yo también
estoy llamado a viajar.
Sin embargo, demasiadas veces
he escuchado tu voz,
y mis pies han permanecido
inmóviles a tu llamado.
Sigue llamándome,
más allá de mi comodidad,
rumbo a tu encuentro.
Y cuando me cruce con un
compañero en el camino,
permite que podamos
encontrarte en el abrazo del otro.
Compartiendo el viaje.
Amén.