MIDTOWN — Times Square, la “Encrucijada del Mundo”, inunda a sus visitantes con innumerables imágenes, algunas de ellas bastante provocativas.
Debajo de la publicidad deslumbrante proyectada en gigantescas pantallas digitales, hay una legión de personajes disfrazados. Al girar hacia la Calle 46 Oeste, el visitante pasa por varios teatros de Broadway, como el Teatro Richard Rodgers, donde se presenta “Hamilton”.
Más adelante en la calle se encuentra la Iglesia de la Cienciología de Nueva York.
A unos pasos de ahí, hay un letrero que anuncia Times Square Tattoo.
Este estudio de arte corporal es único en su entorno, con anuncios acompañantes de 17 pulgadas que muestran el anverso y reverso de la Medalla Milagrosa de Nuestra Señora de las Gracias — comúnmente llamada “la Medalla Milagrosa”.
Eso se debe a que el dueño, Tommy Houlihan, tiene una devoción especial por María.
“Mi estudio está abierto seis días a la semana, y es un ministerio de la Medalla Milagrosa de la Santísima Virgen”, dijo Houlihan. “Primero es un ministerio, luego es un estudio de tatuajes”.
Houlihan afirma que su negocio probablemente sea el único ministerio católico con presencia significativa en Times Square. “No se me ocurre otro”, comentó.
Houlihan calcula que hasta 100,000 turistas de todo el mundo pasan cada día por Times Square.
Cuando ven sus letreros, dijo, se sienten inspirados a entrar y hacerse un tatuaje para conmemorar su visita a la ciudad de Nueva York.
Desde unos $50 dólares, uno puede tatuarse motivos sencillos, como la “Gran Manzana” o el famoso horizonte de la ciudad. Los diseños más elaborados y detallados cuestan mucho más.
Sin embargo, Houlihan ofrece a cada cliente una Medalla Milagrosa, haya o no optado por hacerse un tatuaje.
Las medallas, que guarda en dos frascos de vidrio sobre el mostrador, han sido bendecidas por sacerdotes.
“Generalmente compro unas 800 a la vez”, dijo Houlihan. “Después las llevo a una misa, y cualquier sacerdote puede bendecirlas”.
La Medalla Milagrosa, explicó, ofrece gracias que él quiere que sus clientes reciban.
“Si son católicos tibios, espero que se vuelvan buenos católicos”, dijo Houlihan. “Si ya son buenos católicos, quiero que se vuelvan grandes católicos. Y si no son católicos, espero una conversión. Conversiones instantáneas — eso es lo que más anhelo”.
Según la tradición, en 1830, una novicia en París — quien luego sería Santa Catalina Labouré — recibió una aparición de la Virgen María. La Virgen le instruyó difundir el mensaje de crear la Medalla Milagrosa de Nuestra Señora de las Gracias.
Cada medalla lleva la inscripción:
“Oh María, concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a ti.”
Santa Catalina se convirtió en religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y dedicó el resto de su vida al cuidado de los ancianos.
Ahora, en el siglo XXI, Houlihan dice que espera que las medallas superen en presencia a las imágenes impías que inundan el vecindario, ya sea de forma evidente o sutil.
“Camina por Times Square y observa la publicidad”, sugirió. “No es más que blasfemia tras blasfemia. Es una burla abierta a Dios.”
En cuanto a los tatuajes, Houlihan afirma que también ha visto algunos que profanan imágenes sagradas.
“He visto personas que toman imágenes de la Virgen y las convierten en algo obsceno”, dijo.
Si un cliente pide un tatuaje así, Houlihan se rehúsa a hacerlo. Cerca del mostrador hay una lista de imágenes prohibidas. Sus aprendices la consultan para detectar cosas como símbolos satánicos, signos zodiacales o escenas de obras de Broadway que incluyan brujería o hechicería, como “Wicked” y “Aladino”.
“En Times Square, mucha gente quiere tatuajes de Harry Potter”, comentó. “Los hechizos en esos libros son reales, no inventados. Así que no puedo hacer nada que esté siquiera remotamente relacionado con la brujería o cosas así”.
Houlihan relató el caso de una mujer que recientemente le pidió tatuarse un símbolo que, según ella, representaba protección y prosperidad. Para él, el diseño se parecía a un símbolo de alquimia, aunque no estaba seguro. Decidió pecar de precavido.
“Le pregunté quién había creado ese símbolo”, recordó Houlihan. “Ella dijo: ‘La verdad no sé’. Entonces le respondí: ‘Por eso no te lo voy a hacer, pero aquí tienes tu Medalla Milagrosa bendita’”.
Houlihan, de 55 años, dice ser católico de toda la vida y haber crecido cerca de Times Square, en el barrio de Hell’s Kitchen. Comenta que su madre le transmitió su profunda devoción mariana. Por su parte, él desarrolló habilidades artísticas.
A los 12 años ya le pagaban por pintar en chamarras de mezclilla las portadas de discos de bandas de heavy metal como Iron Maiden. A los 18, ya hacía arte corporal y se convirtió él mismo en un lienzo, tatuándose el cuerpo.
Pronto ya tenía una base de clientes. Pero a pesar de su fe, eligió diseños como “calaveras espeluznantes y monstruos horribles — cosas de niños”, dijo.
Treinta años después, cubrió esas imágenes con un diseño repetido de escamas negras.
“Hice muchas cosas en las que no pensaba demasiado”, explicó. “Por ejemplo, alguien pedía un ángel sexy en un hombro y una diablilla sexy en el otro. Yo pensaba, ‘Bah, no pasa nada’. Pero sí pasa. Es un gran problema. Ambas imágenes están mal. Una sexualiza a un ángel, y la otra representa a Satanás”.
El compromiso de Houlihan de rechazar ciertas solicitudes de clientes ha reducido sus ganancias.
En algún momento, consideró abandonar completamente el trabajo de tatuador, hasta que tuvo una conversación con un exorcista cuyo nombre prefirió no revelar. Le contó al sacerdote sobre las imágenes impías que invaden Times Square, como una “madriguera de víboras”.
El sacerdote le respondió: “Pues tú eres el antídoto”, relató Houlihan.
Antes de la pandemia de COVID-19, Times Square Tattoo atendía a unos 30 clientes diarios. Ahora atiende alrededor de la mitad. Atribuye la disminución a la competencia de artistas aficionados que usan las nuevas “varitas de tatuaje”, en lugar de las máquinas tradicionales.
Aun así, Houlihan mantiene bien abastecidos los frascos con Medallas Milagrosas y sigue trabajando.
“Le entregué este estudio a la Virgen”, concluyó. “Ella sabrá qué hacer con él.”