CIUDAD DEL VATICANO (Por Carol Glatz/CNS)—. Una observadora de los Estados Unidos advirtió al Papa Francisco y al Sínodo de los Obispos que el actual sistema de inmigración en los Estados Unidos “amenaza descaradamente” y no respeta las vidas y la dignidad de los migrantes.
La iglesia debe intensificar y expandir las formas en que protege y cuida a los jóvenes y las familias migrantes o, de lo contrario, los jóvenes migrantes creerán que los grupos de activistas políticos seculares son los únicos que los ayudan a denunciar el racismo y promover el cambio, dijo Yadira Vieyra.
La observadora de 29 años que asiste al sínodo sobre juventud, fe y discernimiento es especialista en desarrollo infantil y trabaja en Chicago ayudando a las familias de emigrantes.
Vieyra dijo a los participantes del sínodo el 11 de octubre que “el problema mundial de la migración se ha convertido hoy en día en una crisis humanitaria”.
Ella ha presenciado en los Estados Unidos “cómo la retórica y las políticas de odio en mi país están forzando a las familias a experimentar una angustia prolongada que afecta la vida cotidiana” de todos los migrantes, ya sean indocumentados, inmigrantes legales o ciudadanos estadounidenses de familias con estatus mixtos.
Vieyra también se refirió a las acciones de la administración de Trump para separar y detener a adultos y niños indocumentados, incluso a bebés, y el impacto que esto ha tenido en las familias.
“Nuestro régimen de inmigración actual ha demostrado ser una institución que amenaza descaradamente la vida y la dignidad de la persona migrante”, dijo.
La iglesia debe desempeñar un papel más activo en la promoción de “políticas a favor de la inmigración que promuevan el respeto y el fortalecimiento de la unidad familiar, especialmente cuando las familias en dificultades huyen de la violencia, la pobreza y, en algunos casos, el terrorismo”, dijo.
Muchas de estas familias están recibiendo apoyo psicosocial de la iglesia, dijo, pero tienen otros desafíos con los que la iglesia puede ayudar, como el estigma de la salud mental y el asesoramiento para ser más resistentes y desarrollar respuestas más saludables frente a la adversidad.
Para los jóvenes migrantes que “ya tienen sed de aceptación”, dijo, “el secularismo y el activismo político parecen ser las únicas vías que otorgan a nuestra juventud una voz contra el racismo sistémico y un camino claro para el cambio”, dijo.
“Como Iglesia que valora la vida en cada etapa, debemos escuchar atentamente y con sinceridad las historias de dolor que sufren nuestros jóvenes migrantes”, dijo, lo que significa que la Iglesia también debe ir a los centros de detención, a las fronteras y a donde sea que los emigrantes “enfrentan el miedo” y se amenaza su “seguridad y unidad familiar”.
Los ministerios juveniles, en particular, deben ser más creativos y prácticos en cuanto a cómo pueden ayudar a los jóvenes migrantes antes de que se convenzan “de que el secularismo político valora sus vidas más que nuestra Iglesia”, advirtió Vieyra.
Refiriéndose a la canonización del beato Oscar Romero el pasado 14 de octubre, pidió también que la iglesia encuentre una inspiración renovada en el nuevo santo.
Este “hombre valiente” le recordó a la gente que el verdadero hogar de la iglesia es “no donde está cómoda y limpia”, dijo, sino “donde está incómoda, sucia y sudorosa, lavando los pies de sus hijos más vulnerables sin descanso”.