Columna del Obispo

La juventud de la Iglesia Universal

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

En el mes de julio participé en mi sexta Jornada Mundial de la Juventud. Por lo general, estos eventos se realizan cada tres años. La primera Jornada Mundial de la Juventud a la que asistí fue Roma 2000. Cada una fue una experiencia maravillosa, no sólo para los jóvenes, sino también para los obispos, que los vieron profesar su amor por Cristo y por su Iglesia, y hacer sacrificios para asistir a todos los eventos.

Este año, la Jornada Mundial de la Juventud se realizó en Cracovia, Polonia, el lugar donde San Juan Pablo II fue arzobispo. Gracias a su iniciativa comenzó la JMJ. Fue un merecido homenaje a la memoria de quien ahora es conocido como San Juan Pablo II. Además, éste es el Año de la Misericordia, inspirado de muchas maneras por las revelaciones de santa Faustina Kowalska, cuyo santuario se encuentra en las afueras de la ciudad de Cracovia.

Cracovia es una ciudad hermosa. Si Brooklyn puede ser llamada “la ciudad de las iglesias”, Cracovia merece el mismo apelativo. De hecho, hay anuncios por todas partes donde la apodan “La otra Roma”. Casi cada esquina, en cada rincón, hay una iglesia, cada una más bella que la otra. La profunda fe católica de esta ciudad fue evidente para los obispos, sacerdotes y todos los peregrinos.

Las estadísticas de esta JMJ son inspiradoras. En la misa de clausura con el Santo Padre participaron alrededor de 2 millones de peregrinos. También estuvieron presentes 850 obispos, 50 cardenales y 26.000 sacerdotes. Fue un honor compartir con los otros obispos y el Santo Padre sobre el altar, y ver la multitud reunida, que en muchos sentidos asegura el futuro de la fe en nuestra Iglesia.

Las estadísticas de nuestras propias diócesis también son impresionantes. En general, tuvimos casi 600 peregrinos; 400 que viajaban con la diócesis, 150 del Camino Neocatecumenal y 50 de nuestras parroquias, que viajaron por cuenta propia. Es un maravilloso tributo a esta Diócesis que abarca Brooklyn y Queens, pues tuvimos más peregrinos que cualquier otra diócesis del país. Esto ha sido debidamente reconocido por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.

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Antes de la cena en las minas de sal de Wieliczka, monseñor Nicholas DiMarzio sonríe junto al equipo de liderazgo y apoyo del contingente diocesano de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), entre los que se encuentran el padre Gerard Sauer, director diocesano de peregrinaciones; Ted Musco, director ejecutivo de la Escuela de Evangelización, y Paul Morisi, coordinador diocesano de Formación de Jóvenes y de Jóvenes Adultos.

El trabajo de la Conferencia en vísperas de la JMJ es realmente una catequesis para los peregrinos. La catequesis para nuestros jóvenes consistió en tres días de charlas impartidas por varios obispos de todo el mundo. Nuestra propia diócesis tuvo la oportunidad de formar parte de la catequesis y la misa en la parroquia de San José en Cracovia.

Monseñor Octavio Cisneros estuvo enfermo y no pudo impartir la catequesis, así que en esta emergencia acudí para reemplazarlo y celebrar la misa con los 400 peregrinos de nuestra diócesis. Los 22 sacerdotes de Brooklyn que se encontraban en la peregrinación concelebraron la misa conmigo.

Gran parte del éxito de la peregrinación debe atribuirse al padre Gerard Sauer, director diocesano de peregrinaciones, así como a los acompañantes de todas las parroquias que estuvieron al lado de nuestros jóvenes. Gracias a Dios, no tuvimos ningún incidente que entorpeciera la peregrinación. La gran capacidad de organización de padre Sauer le permitió dirigir sin tropiezos ni problemas a nuestros peregrinos.

Otro punto culminante del viaje fue el saludo de bienvenida del papa Francisco a su llegada al Parque Blonia en Cracovia. El Santo Padre inspiró a todos en la ceremonia de vigilia el sábado, que precedió a la misa de clausura el domingo.

Los peregrinos de nuestra diócesis realizamos un Vía Crucis cuando visitamos el Santuario de la Divina Misericordia y la nueva capilla de San Juan Pablo II. Fue un día de clima cambiante, así que buscamos un lugar detrás del Centro Juan Pablo II con abedules blancos en el fondo y una obra en construcción a nuestra derecha. Fue aquí donde celebramos el Vía Crucis que yo había escrito para elgrupo.Muchosparecían apreciar las instrucciones que se les dio, sobre todo los jóvenes.

La misa de clausura con el Santo Padre fue realmente un espectáculo inolvidable. Como mencioné antes, asistieron 2 millones de peregrinos y fue una verdadera manifestación de la Iglesia Universal, eternamente antigua y moderna en el mundo.

El mensaje del papa Francisco, tanto durante la vigilia como en la misa fue muy claro; en primer lugar, la misericordia de Dios está más allá de nuestra comprensión y en segundo lugar, no hay que tener miedo de ser misericordiosos y recibir el perdón, sobre todo en el sacramento de la Reconciliación. Sus palabras emocionaron a la multitud a causa de su propio entusiasmo y del gran amor que mostró por nuestros jóvenes.

Después de la misa de clausura, nuestro grupo visitó las minas de sal de Wieliczka, en las afueras de Cracovia, que son consideradas por la UNESCO como un sitio sin igual. En las minas de sal —que permanecieron cerradas durante más de 20 años— hay hermosas capillasconstruidasporlos trabajadores.

Al día siguiente, el obispo Witold acompañó a los peregrinos al santuario de Nuestra Señora de Czestochowa para celebrar una misa a la patrona de Polonia.

El lunes me quedé en Cracovia para asistir al llamado vocacional Camino Neocatecumanal, presidido por Kiko Argüello, fundador del movimiento. La otra fundadora, Carmen Hernández, murió justo la semana antes del inicio de la JMJ. Kiko dio una catequesis muy larga, pero inspiradora. Al final, con más de 50 cardenales y obispos presentes, bendecimos a aquellos que estuvieran dispuestos a seguir una vocación al sacerdocio o la vida religiosa. Más de 3000 hombres y 2500 mujeres se nos acercaron. Al final, Kiko pidió familias que estuvieran dispuestas a participar en misiones, una de las cuales está aquí mismo, en la Diócesis de Brooklyn. Más de 1000 familias se acercaron para recibir la bendición de los obispos por su dedicación y disposición para seguir una vocación misionera. En verdad, este fue un evento inspirador, que asegura el futuro de nuestra Iglesia.

Fue la culminación de una semana maravillosa en Cracovia.

Nuestras Diócesis de Brooklyn, y la Iglesia Universal, están trabajando en el desarrollo de una pastoral juvenil. Nuestra reciente campaña ha recaudado $10 millones, con los que podemos dedicarnos a la pastoral juvenil, la formación de ministros jóvenes y el desarrollo de ministeriosjuvenilesenvarias delasparroquiasdeladiócesis.

Se anunció que la próxima Jornada Mundial de la Juventud 2019 tendrá lugar en Panamá. Tal vez como resultado de nuestro maravilloso ministerio juvenil, esa vez podamos llevar de 800 a 1000 jóvenes.

Cuando los jóvenes ven la Iglesia Universal, gente de todos los países del mundo, que habla idiomas diferentes y sin embargo comparten la misma fe, esa es realmente una experiencia del Nuevo Pentecostés.