Este santo místico, compañero de fundaciones carmelitas de Santa Teresa de Jesús, en la España del siglo XVII, nos ha dejado poemas que revelan la unión profunda que tenía con Dios. “La noche oscura del alma” es el título de uno de sus poemas, en el que describe que la solución para la angustia y la soledad es recostarse en el pecho del Amado:
“Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado”.
Juan de Yepes Alvarez nació el 24 de junio de 1542 en Fontiveros, Ávila. Fue el segundo de tres hijos de Gonzalo de Yepes y Catalina Alvarez, modestos tejedores. La crisis agraria, el hambre presente en Castilla en esos años, la pérdida de su padre y de uno de sus hermanos, marcaron un ambiente de miseria en la niñez y adolescencia del joven Juan. En Medina del Campo, donde se estableció con su madre, estudió gracias a la ayuda de instituciones de caridad.
A los 21 años ingresó en la Orden de los Carmelitas, con el nombre de Fray Juan de San Matías. Hizo parte de sus estudios en Salamanca.
Su encuentro con Teresa de Cepeda y Ahumada, futura Santa Teresa de Jesús, 25 años mayor que él, marca una nueva etapa en su vida. En 1568, inspirado y motivado por la visión de ella, decidió dejar Salamanca para ayudarla en la fundación femenina de las Carmelitas Descalzas. Más tarde, él mismo funda el primer convento masculino de la misma Orden. En 1572, Teresa le pide que sea Vicario y confesor de las monjas de la Encarnación, donde permanece hasta 1577, mientras la acompaña en la fundación de diversos conventos de Descalzas.
Debido a distintos enfoques espirituales de la reforma surge una crisis entre los Carmelitas Calzados y los Carmelitas Descalzos. En 1575, el Capítulo General de los Carmelitas decide cerrar todos los conventos fundados sin licencia del General, y recluir a la Madre Teresa en un convento. Finalmente, en 1580, el Carmelo Descalzo es aceptado y reconocido como orden, luego de la intervención y acuerdos entre el Papa y el Rey, a quienes les habían pedido intervención en la crisis.
En este contexto, Juan de la Cruz es detenido y encarcelado por los Frailes Carmelitas quienes le piden que se retracte de la reforma teresiana. Al negarse, es recluido en una prisión del convento durante ocho meses. En la celda oscura de la cárcel, embargado de sentimientos de desamparo y abandono, escribe su Cántico Espiritual, y los Romances. Ocho meses más tarde planea y realiza su fuga. El dolor vivido, y las incidencias de esta huída nocturna quedan plasmadas en el poema “La noche oscura del alma”.
Las dificultades nunca terminaron para Juan de la Cruz. Sin embargo, siguió ayudando, sirviendo e inclusive desempeñó algunos cargos dentro de la Orden de los Descalzos. Falleció el 14 de diciembre, fecha en que se conmemora su fiesta. Su muerte trajo la revalorización de su vida. Fue beatificado por Clemente X en 1675; y canonizado el 27 de diciembre de 1726 por Benedicto XIII; proclamado doctor de la Iglesia por el Papa Pío XI en 1926. Es el patrón de contemplativos, místicos y poetas.