Su fiesta se celebra el 29 de abril. El Martirologio Romano habla así de ella: “Memoria de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, que habiendo entrado en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, deseosa de conocer a Dios en sí misma y a sí misma en Dios, se esforzó en asemejarse a Cristo crucificado y trabajó también enérgica e incansablemente por la paz, para que el Romano Pontífice regresara a la Urbe y por la unidad de la Iglesia, dejando espléndidos documentos llenos de doctrina espiritual († 1380)”.
Esforzarse por asemejarse a Cristo crucificado trabajando por la unidad de la Iglesia fue su fuerza y motivación durante sus 33años de vida. Le tocó vivir durante la división de la Iglesia con dos Papas y sus sucesores, los de Roma, Italia, y los de Aviñón, Francia. El Beato Raimundo de Capua, confesor y biógrafo de Santa Catalina cuenta que “las lágrimas se convirtieron noche y día en su pan e incesantemente pedía al Señor que restituyese la paz a la Iglesia”.
En su lucha por la reforma de la Iglesia, Catalina no sólo lloró e intercedió con oraciones y sacrificios; sino que también actuó. El número de cartas que escribió al Papa, a obispos y a poderes políticos llega a 382. Mantuvo correspondencia con el Papa Gregorio XI, a quien le pedía que reformara el clero y la administración de los Estados Pontificios. Llegó a ser mediadora en el proceso de paz contribuyendo a que el Papa regresara a Roma en el año 1377, terminando con 70 años de residencia del Papado en Aviñón. Al continuar las luchas por el poder en lo que la historia ha llamado el Cisma de Occidente, el sucesor de Gregorio XI, Urbano VI, llamó a Catalina para que fuera a Roma a apoyarlo. Aquí se enfermó y murió el 29 de abril de 1980. Su confesor afirma que ella ofreció sus dolores y su vida por la unidad y paz de la Iglesia.
Catalina, natural de Siena, Italia, nacida el 25 de marzo de 1347, fue la hija número veinte y tres de veinte y cinco hijos. A los quince años entró a la Tercera Orden de Santo Domingo, comenzando una vida rigorosa de penitencia. Escribió el “Diálogo sobre la Divina Providencia”. Fue canonizada el 29 de abril de 1461por Pío II; declarada patrona de Italia, por Pío XII, junto con San Francisco de Asís en 1939 . Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia el 4 de octubre de 1970 y el 1 de Octubre de 1999 S.S. Juan Pablo II la declaró Patrona de Europa.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en el numeral 356 cita a Catalina en un pasaje de alabanza al Creador, tomado de la obra de ella, Diálogo 4,13: : “¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno”.