Mientras enfrenta un juicio político que podría costarle muy caro a su reputación presidencial en los anales de la historia, en el 2020 el presidente Donald Trump también debe lidiar con los desafíos de una reelección donde no solo está en juego su silla en la Casa Blanca sino la identidad del pueblo estadounidense que comienza el año polarizado y enredado en las telarañas políticas de Washington.
Son dos artículos constitucionales en el proceso de destitución política contra el presidente. El primero señala el presunto abuso de poder del presidente al tratar de obligar al primer mandatario de Ucrania, Volodymyr Zelensky a que anunciara ante el mundo que iniciaría una investigación contra el rival demócrata de Trump, Joe Biden y su hijo Hunter, a cambio de otorgar un paquete de 400 millones en ayuda militar —que ya habían sido asignados y aprobados por el Congreso para ayudar a ese país que se encuentra en conflicto con Rusia—, y una visita a la Casa Blanca.
El segundo artículo señala que Trump obstruyó la investigación de la cámara baja sobre estos hechos relacionados a Ucrania, al negarse a cooperar con la rama legislativa.
El presidente se ha defendido diciendo que el proceso es una “cacería de brujas” y “actos de locura política” de parte de los demócratas. El congresista republicano neoyorkino catalogó las acusaciones como un “desvergonzado e infundado abuso de poder del Congreso por parte de los demócratas de la Cámara”.
Los demócratas insisten que el presidente traicionó la confianza que el país deposito en él para perseguir sus intereses políticos y personales.
La Constitución de Estados Unidos dicta que, para el juicio político contra Trump, el vicepresidente Mike Pence, delegue su cargo como líder del Senado al presidente del Tribunal Supremo John Roberts. Durante el proceso, los senadores actuarán como jurado y deberán decidir si el presidente es destituido o absuelto.
Para destituir a Trump, sería necesario que dos terceras partes de los senadores voten por culpabilidad, algo altamente improbable ya que lo que los republicanos tienen la mayoría con 53 legisladores, frente a 45 demócratas y dos independientes.
Con remotas posibilidades de que el Senado destituya al presidente, ambos bandos se preparan para lo que promete ser una salvaje contienda electoral en la que Trump y quien salga elegido como su rival demócrata, saquen sus sables para definir la identidad de un país dividido y en conflicto de valores.